Luis Heredia
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Sorpresivamente, después de la victoria contra Instituto, Roberto Marcos Saporiti ofreció su renuncia "por razones personales", lo que abrió un abanico de conjeturas sobre los motivos de la partida, una de ellas fisiológica ya que dicen que el técnico habría sufrido de vértigo cada vez que el equipo ganaba. Según algunos, estos efectos (de que las cosas giran alrededor de uno) habrían comenzado a manifestarse después de que le acertaran con una manzana arenosa tras la derrota con Chacarita en el torneo pasado, hecho que le valió el apodo de Isaac Newton en algunos sitios de Internet poco recomendables.

Síntomas. Otras fuentes aseguran que venían de antes y que habrían motivado que el técnico evitara el ascenso albiazul, a pesar de que lo había prometido por televisión. Semejante acierto le hubiera ocasionado una sensación de vértigo tal que no hubiera podido mantenerse vertical por largo tiempo. Lo cierto es que ambas versiones coinciden en que un médico de confianza le habría confirmado al entrenador que el éxito lo mareaba, y que si no quería padecer esta molestia (cuyos síntomas eran comparables al apunamiento), Saporiti debía evitar que su equipo ganara siempre para no exponerse a consecuencias irreversibles. Tal vez esta circunstancia explique la irregular campaña de Talleres, y también la renuncia, si se tiene en cuenta que un fenómeno absolutamente natural, el sismo en la región cuyana, se sintió en Córdoba minutos después de la victoria albiazul. Es posible que Saporiti tuviera la sensación de que la tierra se movía a sus pies e inmediatamente la considerara como un efecto de semejante victoria. Lo cierto es que Talleres quedó sin técnico y el periodismo de Córdoba perdió un maestro vocacional, que brindaba inolvidables lecciones sobre qué se debía preguntar cuando salía medio cruzado del vestuario.