En un partidazo, Talleres le ganó a Instituto 4 a 2 con dos de Ceballos, uno de Píriz y Gorostegui en contra. El "Tanque" Giménez hizo los dos de la Gloria. El clásico tuvo un marco espectacular.

Fue un clasicazo. Que barrió con todos los temores generados por ediciones anteriores, de que otra vez entre dos equipos con necesidades de ganar y de ser importantes, no supieran despojarse de los miedos a jugar, a buscar, a salir con el arco enemigo entre ceja y ceja para intentar ganar.
Ninguno de esos rubores existió y terminó saliendo un partidazo. Por donde se lo mire. Con muchos goles, situaciones frente a los arcos, rendimientos individuales de elevado nivel, dramatismo, expulsiones y un resultado que estuvo abierto hasta el final a pesar de las diferencias numéricas que fueron acrecentando las chances de Talleres y minando las de Instituto, que luchó y luchó hasta el pitazo de cierre.
Fue para Talleres por su mejor aprovechamiento de las situaciones que creó en los palos de Ariel De Lafuente y porque tácticamente, Saporiti acertó con una variante clave cuando la Gloria lo arrasaba como un tren, herido por los cachetazos sufridos en el arranque.
Lo perdió Instituto. Dignamente. Poniendo todo y pagando caro los errores propios primero, y las expulsiones de casi toda su defensa, después.
La cosa vino de centros. Por esa vía el clásico tuvo una cantidad espectacular de emociones inesperadas. Los dos se bombardearon con esa artillería, acertando en el área de enfrente y equivocándose en la propia casi en la misma proporción. En el umbral del juego, Emanuel Giménez buscó largo a Ceballos, quien ingresaba por la derecha y Gorostegui se le «colgó». Penal dijo Abal y el mismo Ceballos que hace gala de su eficacia desde que se calza la camiseta de Talleres, marcó. Iban 40 segundos. Y aprovechó el desconcierto del elenco de "Teté" Quiroz para pegar dos veces. A los 7', Bongioanni la abrió para Baroni como puntero izquierdo, centro y Gorostegui, que cerraba forcejeando con Píriz Alves, la metió en contra, ratificando lo que era ya, una tarde nefasta para el tres albirrojo.
Tocado por ese demoledor arranque albiazul, Instituto le puso el pecho a las balas. En el minuto siguiente, Castro devolvió las gentilezas con una enorme jugada por derecha, una asistencia hacia el medio y el «Tanque» Giménez que entraba por detrás de Boyero, le arrancó el arco a Pozo. El descuento le permitió a la formación de "Teté", descubrir dos cosas: que tenía reservas para corregir el 0-2 que arrastró prácticamente desde el vestuario y que Talleres daba muchas ventajas por las bandas. Allí donde el "Ema" y Dragojevich no daban abasto para cubrir hacia los costados, por donde Castro y Villalba pasaban con demasiada facilidad. Saporiti mandó a calentar a Ríos pero Instituto no le dio tiempo para meter la variante. A los 23' con Pozo como una de las figuras, llegó el centro de Villalba que el «Tanque» metió con un cabezazo infernal. Empate abierto. Con los dos atacando y haciendo trabajar a destajo a los arqueros. Parecía una ilusión óptica en un partido que significa tanto. El técnico albiazul puso a Ríos por Bustamante, acotó el recorrido de «Fido» Castro, reacomodó el dibujo de la mitad del terreno y con eso Talleres se recuperó futbolísticamente, equilibró el trámite y volvió a acordarse de De Lafuente. Lo buscó con la fórmula de siempre. Tiro libre de la «Brujita» Bongioanni y Píriz Alves en las alturas la acomodó cerca de un palo para el tercero albiazul. Instituto tuvo que volver a remontar y Cobo con otro frentazo exigió a Pozo.
El complemento tuvo otros matices que incidieron en el desarrollo y en el resultado. Talleres volvió a mostrar que le cuesta cerrar un partido e Instituto que se quedó con uno menos antes del cuarto de hora por la expulsión de Pilipauskas (manotazo a Baroni), disimuló esa inferioridad con una gran enjundia. Fueron y vinieron. Los arqueros siguieron trabajando y con la llegada de las tarjetas rojas que vieron también Turus y Gorostegui, Talleres fue atesorando un partido que terminó de definir con la gran jugada del «Ema» que aseguró Ceballos.
Ganó Talleres. Por su vocación inicial y su eficacia para apretar el gatillo. Perdió la «Gloria». Que se repuso, luchó pero no le alcanzó para más. Pagó caro su desconexión del arranque y ese mal crónico que a esta altura, parecen ser las expulsiones.