Reportaje de "La Mañana"

Mario Pereyra, conductor de programa líder de la radio cordobesa e hincha de Talleres y su operador, Lito Quinteros, seguidor de Instituto, anticiparon el clásico.

La gran mayoría de la gente piensa que los clásicos dan inicio cuando el árbitro hace sonar el silbato, pero en realidad se juega desde la semana previa al encuentro y unos días después de terminado, con las cargadas y el tradicional folklore del fútbol. Y se vive en todos los contextos posibles: desde el hogar a la escuela, el barrio, el colectivo y el kiosco. El ámbito laboral no es la excepción, porque encima cuenta con la particularidad que no se respetan los rangos de jerarquía a la hora «calentar» el clásico. Así lo viven Mario Pereyra, conductor del programa «Juntos», que se emite por radio Cadena 3, hincha de Talleres; y Luis Alberto «Lito» Quinteros, operador del mismo ciclo radial y fanático de Instituto. En la previa del choque entre Talleres y Belgrano, se prestaron al diálogo.
-¿Cómo se palpita el clásico?
-Lito Quinteros: Hasta ahora estamos calladitos los dos. Nadie se anima a decir nada, pero le tengo fe a muerte la «Gloria».
-Mario Pereyra: Con expectativas, pero lo que tengo en contra es que acá también (Sergio) Zuliani es de Instituto y los demás, de Belgrano. No tengo aliados, pero solo me las arreglo.
-Lito, usted sigue en su rol de hacerle la contra a Mario, como lo hace en el programa...
-LQ: Y sí, lo contradigo en todo. En el deporte, en los pensamientos, en la vida, en el trabajo. Soy el «contrera» del equipo.
-MP: Se mete todo el tiempo, pero el lunes va a tener que sufrir mucho. Es un opositor nato. Gana plata haciéndome la contra. Es algo increíble.
-¿Hay alguna apuesta de por medio?
-LQ: Nooo. Sacarle un peso a Mario es más difícil que encontrar a Bin Laden. No tiene sentido.
-MP: Al contrario, le gano habitualmente y nunca me paga. Esta vez le voy a ganar otra vez.
-Si gana Talleres, ¿el lunes se pone el audio del relato de los goles?
-LQ: No, ni a palos. Esto es así, yo soy el que pone la música y lo siento, el fútbol tiene esas cosas... No sale nada de Talleres, lo juro.
-MP: Soy el jefe, acá mando yo, y vamos a escuchar los relatos del gol toda la mañana.
-¿Y si gana Instituto?
-LQ: Sale 10 veces como mínimo al aire. Me van a tener que aguantar, porque los goles se van a escuchar hasta el mes que viene.
-MP: No sale, no lo voy a permitir, bajo ninguna circunstancia.
-¿Cómo se imaginan el lunes?
-LQ: A Mario le digo que ruegue a Dios que no gane Instituto porque las que va a tener que aguantar... Ni él se imagina la que le espera.
-MP: Festejando, obviamente. No es el clásico ideal, más que en nada por el momento actual que pasan los dos equipos. Ojo, la gente va a ir igual en gran número y ojalá que no haya incidentes. Hay que ser positivos y disfrutar del espectáculo.
-¿Se animan a arriesgar un resultado?
-LQ: Lo medité bien y gana Instituto 2 a 1.
-MP: Talleres 3 a 1, no tengo dudas.

El amor albiazul
A pesar de haber nacido en la provincia de San Juan, Mario Pereyra se familiarizó con los colores de Talleres cuando comenzó a transmitir los partidos de la Liga Cordobesa y los viejos torneo nacionales. La historia comenzó así: «Allá por fines de los '60 y principios de los '70, con (Víctor) Brizuela hacíamos las transmisiones de todos los equipos cordobeses, y yo era el encargado de la locución comercial. Con el tiempo me empecé a entusiasmar con Talleres, porque tenía un equipazo bárbaro. Me gustó el estilo, la forma de jugar, la cancha de barrio Jardín... Encima tuve la suerte de seguirlo por todo el país», recordó el conductor de «Juntos».
Cuando se le consultó sobre sus jugadores favoritos, Mario no dudó en citar al gran equipo que hizo historia en los '70: «Siempre tuvimos grandes equipos, como el que llegó a la final ante Independiente. Me gustaba mucho (Humberto) Taborda, un zurdo espectacular. Después llegaron el «Hacha» Ludueña, Angel Bocanelli, el «Turco» De Sá, Daniel Willington. Siempre tuvimos una cantera importante de futbolistas», rememoró con nostalgia.
El conductor de «Juntos» concluyó contando: «Fueron muchos años siguiendo a Talleres en las transmisiones por todo el país. Nos sentábamos en una mesa de chapa con tres asientos al costado de la cancha, era todo muy precario, por lo que no deja de ser muy especial».