Por Hugo García
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El ex futbolista y actual entrenador Jorge Valdano, en sus libros y notas, se percató de que así como en la vida hay miedos que se dan en determinadas situaciones (el nervio de un graduado en Ciencias Económicas en su primer balance, por caso, o el cirujano en su primera operación), en el fútbol también existen. Y los describió con la denominación "miedo escénico", haciendo referencia al temor que sufre un debutante o aquel que en las prácticas convierte 20 penales, y en una definición por los puntos, lo falla.
Con el Talleres de hoy, Valdano podría tener letra suficiente para escribir sobre cómo a un equipo le cuesta una enormidad mantener una ventaja parcial.
Ayer Talleres había logrado ponerse en ventaja en su peor momento, cuando las piernas habían dicho basta. Pero en lugar de aprovechar el penal anotado por Ceballos (el juez Guidoni vio "falta" de Romero a Bustamante) para tranquilizarse y corregir errores, le pasó lo de los últimos partidos: fue incapaz de sostener el 1-0 parcial. Concedió un tiro libre cerca del área, Bressán la peinó y Vilce batió a Pozo, que hasta ese momento le había ahogado el grito de gol a todos los locales.
En la memoria de varios futbolistas, como reconocieron después, vino el recuerdo del partido ante Chacarita (1-1 de Leone, a dos minutos del gol de Ceballos), Aldosivi (iba 1-0 y sufrió dos goles en el descuento del primer tiempo) y Olimpo (le convirtió a cuatro minutos del final). Pero la sangre no llegó al río. "De no haber sido por Pozo, hubiéramos perdido el partido", reconocería, luego, Trullet, ya que la jugada del empate se repitió y esta vez el guardameta respondió muy bien.

Todo cambia
El partido terminó 1-1 y más allá de que pueda entenderse como una cuestión psicológica (es más que una casualidad), la presentación de Talleres tuvo dos actos bien marcados. En el primer tiempo, generó cuatro situaciones de gol. En dos de ellas Bustamante quedó mano a mano con Silbonei y si bien lo taparon, fue noticia para un equipo al que le cuesta elaborar juego. Pero el partido cambió. Barrionuevo dejó de estar a la sombra de Giménez y tomó la posta del partido. Su socio fue el petiso Croce, y Vilce fue el asistente. Y Tiro empezó a hacer figura al arquero albiazul. ¿Y los dirigidos por Saporiti? Se vieron superados en velocidad y reacción.
El DT intentó contener el embate local con cuatro volantes en el medio. Y estaba resistiendo cuando llegó la avivada de Bustamante: recostado por la derecha y en el área cayó sin ser tocado por Romero. Guidoni interpretó penal y Ceballos puso el 1-0 en un momento difícil. Talleres dilapidó la ventaja parcial y dejó venir a Tiro, que le empató a los dos minutos y casi lo deja sin nada.
¿Qué hace un futbolista con los pensamientos negativos que se le cruzan por la cabeza? ¿Qué mecanismo aplica para que no interfieran en el buen desenvolvimiento de sus aptitudes? ¿Cómo controlarlos? Estas preguntas aún no tienen respuestas. ¿Las tendrán en el clásico ante Instituto?