Por Hugo García y Eduardo Eschoyez

El gol de Ismael Blanco, a los 41 del complemento y que significó el 1-1 final, convirtió al Estadio Córdoba en una caldera. El público de Talleres se enojó con la pobreza futbolística del equipo, que no ganó en casa y no es animador del Apertura. Entonces llovieron los insultos, para todos.
Y vinieron los cantos. Primero llegó el "la camiseta de Talleres, se tiene que transpirar...", luego siguieron con "Andate Sapo, sos un c..." y por último el "que se vayan todos".
El dedicado al entrenador fue el que más adeptos tuvo: lo cantó casi toda la concurrencia mientras muchos emprendían la retirada con resignación y una amargura tremenda.
El técnico no acusó recibo y dijo entender la reacción. "No opino de lo que dice la gente, ni los jugadores tampoco. Tienen su derecho; estoy para hablar de fútbol. Se los dije a los jugadores en el entretiempo", aclaró.
Además, Saporiti repitió su diagnóstico futbolístico: "Seguimos estando en la lucha. Entre la 12ª y la 14ª el torneo nos va a encontrar en el lote de los cuatro o cinco equipos que van a pelear. Allí debe ponerse a punto. El camino a seguir es lo que hicimos en el segundo tiempo. Definimos mal las cuatro jugadas para asegurar el partido", dijo.
El DT se retiró del Chateau, casi una hora y media después del juego. Un rato antes lo hizo el gerenciador Carlos Granero, quien estuvo en el vestuario y alcanzó a charlar con el entrenador albiazul.
¿Plazos para Saporiti? "Respaldo el proyecto de trabajo", sostuvo el titular de Ateliers SA, quien también fue insultado por muchos plateístas al momento de abandonar la zona de palcos.
Más allá del malestar de la gente con Saporiti, en Granero parece no existir la intención de pedirle la renuncia al entrenador de Talleres. Es que más allá de las conclusiones futbolísticas, pesa bastante que un corte anticipado del vínculo que une a las partes hasta julio de 2007 significará para Ateliers un nuevo "caso Commisso", quien había firmado por un año, lo despidieron al octavo partido e hizo juicio por 300 mil pesos. Es decir, lo que le restaba cobrar hasta el fin del contrato.
¿La continuidad del entrenador depende de su paciencia o de la de Saporiti? Granero respondió: "Confío en Saporiti, en el vestuario lo vi bien y con ganas de seguir. Por supuesto, no sé qué puede llegar a pensar él".
Acto seguido y siempre referido a los plazos del trabajo de un DT, a Granero se le recordó una declaración de Alfredo Dávicce, ex presidente de River, quien había dicho que en su club no despedían a los entrenadores. "Los respaldamos hasta cinco minutos antes de echarlos", subrayó, y días después lo echó... Granero se encogió de hombros, esbozó una sonrisa y se marchó.