¿Hacia dónde van Talleres y Saporiti? ¿Hay respuestas? En cinco fechas del Torneo Apertura de la B Nacional, el equipo no apareció y su técnico navega en un mar de incertidumbres.

¿Qué le pasa a Talleres?... ¿Cuál es el equipo que quiere Saporiti?... Es más, ¿el técnico tiene en claro cómo quiere jugar en este campeonato Apertura para que el elenco albiazul pueda ser protagonista?... ¿Cuál libreto pretende ejecutar el entrenador de Talleres en relación a los jugadores que él mismo contrató para esta temporada? ¿Tiene claro el «Sapo» las características de los futbolistas que dispone y la forma en que puede utilizarlos en favor de un equipo que tras cinco fechas jugadas en el torneo todavía no aparece?
Cuando las preguntas atropellan en forma categórica quiere decir que no es fácil encontrar las respuestas que el hincha espera y que la historia de Talleres merece. Hasta ahora nada está claro en la zigzagueante realidad albiazul con un equipo que ha jugado poco y nada, que no ilusiona aún y que ha sumado menos del cincuenta por ciento de los puntos.
Pero lo que genera mayor incertidumbre todavía es la evidencia del desconcierto que al parecer, embarga al experimentado técnico albiazul. Con la sensación de que su mensaje imperativo, a veces autoritario, otras casi soberbio, no llega plenamente al intelecto de un grupo de jugadores que todavía no responden a las exigencias que impone el peso de la camiseta de Talleres en esta categoría.
Está claro que en la B Nacional, el equipo de barrio Jardín debe sobrellevar la tácita obligación de ser al menos animador de este campeonato, por convocatoria, por trayectoria, por necesidad, por ambición.
Ninguna de las incógnitas que por estas horas carcomen el ánimo del hincha albiazul tienen respuestas en el discurso de un entrenador que hace algunos meses amagó con regalar un campeonato y que después solicitó 12 fechas para que aquellos que se prepararon para una vuelta olímpica, puedan ver en esta oportunidad un equipo realmente competitivo.
Cada vez que puede, Saporiti hace alusión a la deuda que él siente que tiene con toda la comunidad albiazul. Quizá haciendo referencia a aquella fallida final de enero del 78', o al descenso de mediados de los 90', o a lo mejor a la frustración reciente. Pero en contrapartida a la deuda interna que reconoce, no ofrece por estas horas conceptos y decisiones claras que le permitan a la gente que lo sigue, saber dónde está parado Talleres y qué alcance tiene el fútbol que él pueda hacer generar en un equipo que tras cinco partidos, acumula más argumentos en el debe que en el haber.
Vale reconocer que Saporiti cuenta con pocos argumentos de autodefensa para explicar este híbrido momento deportivo. A ver; eligió a los jugadores, dispuso de todas la comodidades para una buena pretemporada, nadie en Ateliers se anima a cuestionar sus decisiones deportivas que para el caso, en varias de ellas dejaron mucho que desear, trabaja tranquilo, cobra buena plata y cada vez que se le da la gana, invita a dirimir en términos de «guapo» a aquél que tenga la osadía de cuestionar su trabajo.
Pero Talleres no arranca, no juega, no tiene identidad y resignó puntos con equipo de decimocuarta categoría, como Defensa y Justicia o Aldosivi de Mar del Plata.
Como si fuera un capricho del destino, el hombre que a veces elude casi todas las preguntas, hoy carga sobre sus hombros casi todas las respuestas. Talleres no es aún lo que su gente quiere. Al garante de este proyecto, el señor Saporiti, le quedan 14 partidos para comenzar a pagar lo que él dice que debe.