DANIEL POTENZA - [email protected]

Talleres volvió a perder. Aunque esta vez no jugó como ante Chicago. JUGO PEOR. Y fue superado de manera absoluta en todos los sectores de la cancha por un rival que lo vapuleó, por momentos en forma grosera, aprovechándose íntegramente de su deplorable estado anímico y futbolístico. De su debacle colectiva e individual, en especial de aquellos jugadores que debían asumir la responsabilidad de aparecer en toda su plenitud en compromisos como éste o como el que se le presentó el sábado pasado. Caso Leguizamón, Cabrera o Coria.
Chacarita pasó por Córdoba, le ganó a un pobrísimo Talleres y solamente por 2 a 0. Porque fue tanta la superioridad y tan escaso lo del elenco de Roberto Saporiti, que con el resultado en la mano y sin temor a la equivocación, es factible asegurar que Talleres la sacó barata y que “Chaca” lo dejó vivir. Pudo golearlo gravemente y dejarlo sin chances para la revancha del sábado en cancha de Almagro. Pero no lo supo hacer por la llamativa inoperancia ofensiva de los hombres del «Chulo» Rivoira y con esa indolencia para rematar, lo dejó respirando a un Talleres que tiene aún, por el solo hecho de haber perdido nada más que por dos goles, una tenue lucecita en el final de su asfixiante oscuridad.
Saporiti, que hizo de su soberbia todo un estilo para conducir, se despachó con un par de decisiones que resultaron un canto a la incoherencia. Mandó a la hoguera a Daniel Plana, quien hace dos meses no aparecía ni a los diez, sentó a Bustamante en la platea e hizo jugar al «verborrágico» Coria de enlace (Barrionuevo también jugaba de espectador) y el mendocino, quien tiene el pico más activo que sus piernas, jugó un partido horroroso. La pidió siempre, es cierto, pero no terminó ni una sola bien. Le dio todos los balones que tocó al rival.
Y en el segundo tiempo, para corroborar su desconcierto y su pésima relación con el público albiazul, Saporiti sacó a Franco, quien estaba entero y que de lo poco y nada que había ofrecido Talleres, era uno de los rescatables.
Quedó claro en este partido, en el que Talleres hizo mucho menos que el sábado, que Saporiti carece de ascendencia sobre un plantel chato, quebrado, abúlico, desmotivado y sin reacción. Para demostrar que este concepto no es caprichoso ni arbitrario, es válido sustentarlo con algunos hechos puntuales:
Talleres perdía al minuto tras un horror defensivo de Baroni (una tarde completita ya que despúes se fue expulsado por juego brusco) que le dio un pelotazo primero a Colman y después vio con liviandad como el volante lo pasaba y batía a Argüello prácticamente sin oposición. El 0-1 no generó ni una sola reacción del elenco albiazul. Todo lo contrario, lo empujó hacia un desconcierto mucho más profundo. A partir de ahí, no logró dar dos pases seguidos, eligió el pelotazo a dividir para Leguizamón o Cabrera, que estaban en otra cosa. No generó una sola jugada de riesgo para Leonardo Aguirre y lo que es peor, no tiró ni una sola vez al arco, pese a contar durante todo el primer tiempo con un fuerte viento sur a favor. Talleres nunca se enteró que está obligado a hacer el gasto para pasar la llave, ya que “Chaca” se respalda en la ventaja deportiva. Tenía que atacar, jugar, ganar pero nada de eso ocurrió. Sobre el filo del primer tiempo, Parra se llevó a la rastra a Malagueño que le cometió penal, pero el delantero siguió, tiró el centro que Toledo empujó a red para el segundo funebrero.
El complemento agudizó la crísis futbolística de Talleres. Baroni se hizo echar por un codazo, Coria también completó una tarde nefasta al ver la roja por un manotazo contra Figueroa dejando a su equipo con nueve y a merced de un Chacarita que tuvo todo para liquidarlo gravemente. Pero el hecho de que el conjunto de Rivoira no lo haya sabido hacer, significó el único aspecto positivo de Talleres. “Chaca” contó con cinco situaciones abajo del arco y falló en el momento de apretar el gatillo y esa falencia, más que algún mérito propio, le permite a Talleres sostener la ilusión de dar vuelta la historia.
Perdió el albiazul. Saporiti no quiere que sus jugadores hablen hacia afuera, pero tampoco logra transmitir nada para que se luzcan dentro de la cancha. Chacarita lo derrotó sin atenuantes y de tanto atacarlo y superarlo le terminó perdonando la vida. Ese es el único motivo que Saporiti y su plantel tienen para creer que aún no está todo perdido. Ah... lo mejor de la tarde fue el público de la “T”, que fue en un muy buen número, apoya, respalda. Sostiene el marco mientras aparece el cuadro.

EL GOL

El primero de Chacarita, que contó con la autoría intelectual de Leonardo Baroni. El tres de Talleres le pegó sin mirar un pelotazo a Colman. Al rebote llegó primero el volante funebrero, quien amagó, enganchó y desairó al defensor albiazul hacia adentro y con el camino despejado, venció a Argüello con un zurdazo contra el primer palo. La conquista envalentonó a Chaca y fue un mazazo definitivo para la “T”.