En pocas palabras
Golpe de nocaut. Chicago totalizó dos llegadas en todo el partido: en una, hizo el gol medio de carambola; en la otra, Carranza tuvo el 2-0 a sus pies y no logró convertir. Después, se acomodó para resistir y estirar los tiempos sobre la pobreza futbolística de Talleres.
No alcanzó. Talleres no funcionó. Quiso jugar, pero se equivocó siempre. Le costó demasiado recuperar la pelota y manejarla con precisión. Por eso, su fútbol, su principal herramienta de desequilibrio, careció de la entidad como para exigir defensivamente a Chicago. Terminó sin movilidad y variantes. Confió en el pelotazo. Y no le alcanzó.

Las figuras
César Carranza (6). El zurdito de Chicago (foto) terminó apagado y reemplazado. Pero le alcanzó con lo hecho en el primer tiempo: fue desequilibrante en el mano a mano.
Darío Zárate (6). Consagró su juego a la lucha más que al armado. Levantó mucho en el complemento. Por momentos corrió solo. Se bancó la resistencia en el medio.

El árbitro
Horacio Elizondo (bien). Salvo un par de amonestaciones que “se comió” en el segundo tiempo (por infracciones de Rodrigo Astudillo, en Chicago, y Gonzalo Bustamante, en Talleres), dirigió el juego con serenidad y eficiencia. Y si hubo alguna jugada discutida, impuso su seguridad a partir de que controló el juego permanentemente y estuvo donde tenía que estar. Fue un protagonista a la altura de las circunstancias.