Alegría, cánticos dedicados a Belgrano, un equipo que se permitió relajarse y festejar después de una victoria clave.
Juan Ignacio Pereyra / Enviado especial :: Comodoro Rivadavia
El clima fue ideal desde cualquier óptica. Y en todos los ámbitos. En la semana previa al encuentro se especulaba sobre los hostiles vientos que suelen azotar a este sector de la Patagonia. Pero ocurrió todo lo contrario. El sol tuvo una sólida presencia desde el amanecer. El cielo permaneció despejado y los 20º fueron ideales para jugar al fútbol.
El escenario también fue ideal dentro del campo de juego, donde Talleres se brindó por entero y, con una convincente actuación, se alzó con un gran triunfo. Tras el pitazo final del árbitro César Guidoni, los jugadores se abrazaron en el centro de la cancha para festejar la victoria. Formaron una montaña humana y después caminaron hacia una de las cabeceras para saludar a los 350 hinchas que alentaron al equipo. Coria y Oyola lanzaron sus camisetas a la tribuna. Todos desbordaban felicidad y el festejo se extendió al vestuario, donde los hubo tres cantos que sonaron por encima del resto: «Que vamo’ a salir campeones», «Si sos Pirata, pu.. / te querés matar», «Olé, olé / Olé, olé, olá / Si sos Pirata correnos de atrás». Los gritos retumbaban y se escuchaban en los alrededores. Entra y sale gente del vestuario.
Talleres logró vencer a la CAI, que precisamente este torneo se caracterizó por complicar a los equipos que luchaban en la punta, caso Godoy Cruz, en Mendoza, y San Martín (SJ), en Cuyo, a quienes derrotó. La CAI jugó con la soltura de no pelear por ingresar en el reducido ni correr peligro por el descenso. Todo lo contrario le ocurrió a Talleres, que tenía sobre la espalda el reciente liderazgo de Belgrano, que finalmente duró dos días.
«Ahora depende sólo de nosotros obtener el título. En la pretemporada hablamos que debíamos ser protagonistas hasta el final del torneo y lo estamos cumpliendo. El equipo respondió y podemos dar la vuelta el sábado», dijo Martín Cabrera, apenas salió del vestuario, ante la mirada de su mujer que siguió en partido desde la platea.
Las expresiones de los jugadores encerraban muchas cosas. En un momento, Argüello ingresa al vestuario con el puño apretado y suelta un «vamoooosss». Es la síntesis de lo que le ocurría a todo el equipo. Porque la presión que tenía el grupo antes del partido era evidente. Rostros serios. Concentración al máximo y nervios que fueron evidentes en lo primeros minutos. «Es que te jugás todo el año en un partido», le dijo a LA MAÑANA alguien muy cercano al equipo, minutos antes de que comience el partido, mientras los jugadores realizaban el calentamiento previo.
Ahora la «T» está a un peldaño de lograr el Clausura. Acariciando el título.Y todos desbordan optimismo.