GUSTAVO ZAMUDIO / [email protected]

Si el fútbol tuviera una Constitución el artículo uno diría que no tiene lógica. Pero el presente torneo Clausura de la B Nacional es menos predecible que cualquier campeonato promedio.
Luego de conseguir los resultados que lo arrimaron a lo más alto de la tabla, Talleres comenzó a circular por caminos llenos de ondulaciones. Jugó bien y ganó en Villa Rafo frente a Almagro pero también soportó duras derrotas, aún jugando algunos minutos bien, ante Unión de Santa Fe y Belgrano en el Estadio Córdoba.
Pero el empate frente a San Martín de San Juan fue un mazazo que el albiazul sufrió y mucho. La amargura de los jugadores a la salida de los vestuarios tras la derrota se observó en sus rostros. Saporiti deberá trabajar mucho en lo futbolísitico, pero quizá más en lo anímico para poner de pie al «Matador» en los dos cotejos que quedan.
Antes del choque frente a Unión, Saporiti comenzó a decir que para Talleres cada encuentro es una final. Si se parte de ese concepto del propio entrenador, el equipo albiazul perdió ya demasiadas finales como para no sentirse afectado. Pese a ello, la suerte propia más la irregularidad y la modestia futbolística del campeonato en general le permiten no sólo seguir con vida sino estar un escalón por encima de los tres enemigos: el propio San Martín, Nueva Chicago y nada menos que Belgrano.
Cuando el Clausura ingresó en la recta final, Talleres se tornó ciclotímico, especialmente de local. Jugando casi siempre los mismos partidos: un primer tiempo con orden y llegada, y un segundo tiempo que siempre comienza a disputarlo más tarde que sus rivales, permitiéndoles reaccionar. Así le pudieron dar vuelta los resultados Unión y Belgrano, mientras que un San Martín sin ningún tipo de partitura futbolística para ejecutar, lo terminó privando de una victoria que lo hubiese puesto muy cerca de la vuelta olímpica.
Con el bolso apoyado sobre su hombro izquierdo, el defensor Javier Malagueño terminaba de acomodar su pelo mojado a la salida de los camarines pintando una realidad del elenco de barrio Jardín: «Este empate nos dolió más que perder el clásico».