Por Hugo García l De nuestra Redacción.
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¿Cómo actuaría uno si le dicen que una neumonía es, en realidad, un cáncer a los testículos? Eso le pasó a Gustavo Eberto, el arquero que había venido a Talleres y estaba feliz de haber debutado ante Huracán.

Pero todo se vino abajo. Se fue a Buenos Aires y no quiso que nadie supiera de él. Los médicos de Boca (dueño de su pase), de Talleres y de la clínica Suizo Argentina daban cuenta de una neumonía. "Gustavo dice que volverá a jugar y si se sabe esto, cree que nadie lo agarrará", revelaban sus allegados. "No saben lo feliz que estaba en Talleres. ¿No tiene el video para enviárselo?", decía Teresa, su mamá.
Era todo lo que se conocía. Hasta que ayer, luego de tres meses, el propio Eberto sintió la necesidad de decir qué tenía. Despacito y sin quebrarse, habló por TyC Sports y, luego, con La Voz del Interior. "Tengo cáncer a los testículos. Pero no tenía temor en decirlo. No sé bien qué era. Estaba como cegado. No quería ver otra cosa que no fuera mi recuperación. Aferrarme a los remedios y a mi familia. No quería tocar el tema. Pero en algún momento lo tenía que hacer. Antes no tenía ganas", arrancó el arquero de Paso de los Libres (Corrientes).
-¿Cómo te enteraste?
-Después de ese partido con Huracán, me vine a Buenos Aires a buscar el auto. Pero ya estaba expectorando sangre en las prácticas. Vinieron los estudios, la placa toráxica salió con unas manchas. En Córdoba me hice una resonancia y me revisaron pulmones, ingle, abdominales. Y en los testículos encontraron el tumor. Me lo dijo el oncólogo en Buenos Aires. No lo podía creer. Estaba feliz, tenía un lugarcito en Talleres...
-¿Cómo va el tratamiento?
-Hice tres ciclos de la quimioterapia. Estoy por entrar al cuarto. Después, vendrán nuevos estudios a ver si esas manchas desaparecieron y si el tumor se va. Ahí estoy. Todo va bien e inclusive estaba la chance de no hacer el cuarto ciclo. Mi tratamiento es cinco días de internación con sueros y drogas. Entro con mucha fe.
No fue fácil el proceso. La quimioterapia lo obligó a razonar casi como un médico. "Para empezar cada etapa, tengo que ver cómo están los glóbulos blancos al cierre de cada ciclo. Ahora el 10 de mayo debo hacer nuevas placas a ver cómo andan esas manchas", cuenta hoy.
Encontró fuerzas en el amor de su mamá Teresa y su novia, y quizá en algunas historias de vida. "Nunca me pregunté por qué me pasó a mí. Siempre dije 'Le puede pasar a cualquiera'. No me enojé con Dios y con la vida. Al contrario. Encontré fuerzas en Dios y en mi familia para seguir adelante. Pensar que en la vida uno se hace mala sangre por tonteras... No sé si en dos meses estaré entrenando o dónde. Quiero recuperarme y vivir la vida de otra manera. Ojalá pueda volver".