Hugo Caric
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Fue empate 1-1 entre Ferro y Talleres, en la tarde de Caballito, pero quedó la sensación de que Talleres pudo haber ganado sin sobresaltos si mostraba un cachito más de fútbol. O, al menos, un poco más de determinación.
Uno se había imaginado que el ingreso de Diego Castagno Suárez le daría al equipo el equilibrio que estaba necesitando, porque Zárate podría dedicarse a jugar más y marcar menos, y porque Martín Cabrera y Ezequiel Lázaro tendrían más "espalda" para irse al ataque y hacer diferencias en el campo rival. Pero nada de eso sucedió. El doble cinco sólo se preocupó por contener; los volantes por afuera no desbordaron y, mucho menos, tiraron una diagonal; y no aparecieron otras variantes (¿las había?) como para intentar algo más.
Así las cosas, Luciano Leguizamón debió recorrer muchos metros para encontrarse con el balón, y la presencia cordobesa en el área local quedó reducida a lo que pudieran provocar la velocidad, y también la turbulencia, de un solitario Edgar Espíndola. Así y todo, Talleres se las ingenió para generar algunas situaciones de riesgo y convertir en figura al ex arquerito albiazul Valentín Brasca. Fueron tres intentos, todos desde media distancia, que le alcanzaron a la "T" para dejar una mejor impresión que su rival en el primer tiempo. De todos modos, estaba claro que algo había que cambiar para quebrar futbolísticamente a un equipo con demasiados juveniles, al que la tabla de posiciones delata sin miramientos como el peor del Clausura.

Sin cambios
¿Sale uno de los "cinco" y entra el pibe Barrionuevo? ¿Pasa Cabrera como enganche?¿Se queda Leguizamón de armador y entra "el Gordo" Real? Nada. Para el complemento, "el Sapo" redobló la apuesta al 4-4-2 y, como era previsible, las expectativas ofensivas de Talleres siguieron condicionadas.
Leguizamón entendió que sin un armador y sin juego por afuera le sería muy difícil encontrar algún socio para vulnerar a la defensa local. Por eso intentó casi siempre la personal. Y, siempre que pudo, buscó la pierna de algún defensor con la ilusión de provocar una infracción, y el consecuente tiro libre, ahí cerquita de la medialuna. A los seis minutos, el entrerriano se salió con la suya: encaró por la derecha, lo tocaron y el árbitro Daniel Raffa pitó foul. "Legui" se hizo cargo de la falta (obviamente, la "fabricó" para él) y le metió un centro perfecto a Cabrera, quien cabeceó sin oposición en el área chica y salió corriendo a festejar el 1-0.
El gol pareció bajarle el telón al partido. En realidad, debió ser así. Pero Talleres se durmió en los laureles y dejó crecer a los entusiastas, aunque limitados, pibes de Ferro. Y un error de Espíndola le facilitó las cosas al elenco anfitrión. El puntano resolvió mal en ataque, el contragolpe agarró mal parado a la "T", Mugabure encaró, Malagueño se comió el amague y le cometió penal. Salmerón tradujo la sanción en 1-1.
Luego, a los 39 minutos, Mugabure casi termina en gol una corrida aislada por la derecha. Ahí Talleres pareció conformarse, casi sin entender que había dejado escapar el tren que lo llevaría a lo más alto.

En pocas palabras
Un poquito mejor. Aunque sin demasiadas variantes, Talleres se mostró más ambicioso que su rival en el primer tiempo. En ese lapso, Espíndola, Leguizamón y Lázaro, sucesivamente, hicieron lucir a Brasca, el ex arquero albiazul.
Un gol y nada más. En el complemento, la "T" logró una rápida ventaja que no supo defender. De un error de Espíndola, llegó el empate de Ferro.

La figura
Valentín Brasca (7). Tal vez se le pueda achacar un quedo en el gol de Talleres (Cabrera cabeceó muy solo en el área chica), pero en el primer tiempo tuvo tres intervenciones decisivas.

El árbitro
Daniel Raffa (bien). El partido no le presentó demasiadas complicaciones, y él tampoco las generó. Estuvo correcto en el penal de Malagueño a Mugabure y también en la expulsión de Matías Díaz.