Por Hugo Caric
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Talleres ilusiona a su gente. No tanto por lo que demuestra en el campo de juego, sino más bien por los números de una campaña (cinco triunfos, tres empates, una derrota y 18 puntos en el Torneo Clausura 2005/2006) que lo meten de lleno en la discusión por el campeonato. ¿Pero puede soñar el albiazul con dar la vuelta olímpica? En un certamen tan parejo, en el que la punta cambia de manos apenas en horas, no suena descabellado. Y si uno piensa que la "T" sumó 22 puntos en todo el último Apertura, ¿quién le quita el derecho a ilusionarse con 18 unidades en nueve presentaciones?
"Tenemos tres chances: ser campeones, entrar a la promoción por la tabla general, algo que es difícil porque Chacarita y Huracán no aflojan, o jugar la liguilla. Para lograr cualquiera de esos objetivos, está claro que tendremos que hacer una muy buena campaña", sostiene Roberto Saporiti, el entrenador albiazul.
"El Sapo" sabe que Talleres hoy luce mejor en la tabla que en la cancha, y que a la ambición hay que sostenerla a partir del buen juego. Porque si bien su desembarco le dio al equipo un carácter de protagonista que nunca antes había exhibido, está claro que la materia pendiente es lograr una regularidad en el juego.
¿Cuál es el verdadero Talleres? Ésa es la cuestión. La respuesta pareciera estar a mitad de camino entre aquella inspirada noche del 2-1 a Atlético de Rafaela y la pobre imagen que, a pesar de los triunfos, dejó en sus últimos compromisos como local, con El Porvenir y Huracán de Tres Arroyos.

La idea está, ¿y el equipo?
Las incorporaciones de Martín Cabrera, Sebastián Coria y Edgar Espíndola, más la recuperación de Javier Malagueño, incrementaron el potencial de un equipo que, bajo las sucesivas conducciones de Emilio Commisso y Roberto Oste, nunca alcanzó a ser protagonista. Como contrapartida, los problemas físicos de Hernán Franco y la grave lesión de Fernando Pasquinelli le quitaron variantes al nuevo DT.
Es evidente que, en este Talleres, la falta de individualidades desequilibrantes acrecienta la influencia del DT y sus ideas. No funcionó la línea de tres en el fondo, y Saporiti, autocrítico, la desechó. Ahora apuesta a una defensa clásica, que le sienta mejor a sus integrantes. Ya no hay tantas grietas, pero tampoco abunda la imaginación. Gill y Baroni, estacionados en los laterales, apenas si logran disimular el escaso apego a la marca de Cabrera y Lázaro, los dos volantes por afuera.
¿Y el "5"? Tendría que ser el equilibrio del equipo, pero es evidente que Zárate, más allá de su voluntarismo, no siente esa función, y allí empiezan los problemas defensivos. "¿Tan mal está Castagno Suárez?", es la pregunta recurrente para los que conviven con la intimidad albiazul. La respuesta, en todos los casos, es "sí". Para colmo, Franco, el jugador que mejor podría rendir en ese puesto, aún no está para volver.
Hasta ahora, ni Bustamante ni Barrionuevo toman las riendas, y por eso Leguizamón debe bajar tanto. El entrerriano compensa con sus aportes en pelota parada, pero los otros delanteros están en deuda. ¿Será Real el goleador que Talleres necesita? La idea está, y la ilusión también. Y si "el Sapo" encuentra los intérpretes justos... quién sabe. Todo puede suceder.