Por Hugo Caric
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Ayer a las 18.45, la figura de Roberto Marcos Saporiti -por esas horas, el hombre más buscado por el periodismo cordobés- asomó detrás de la puerta de uno de los ascensores del Hotel Sheraton. Con gesto adusto y paso apurado, el entrenador albiazul cruzó el lobby y se dirigió al bar para buscar al gerente deportivo Antonio Fauro, quien debía trasladarlo hacia su lugar de residencia, y al advertir la presencia de La Voz del Interior exclamó: "¡No, muchachos; ni fotos, ni nada!".
Convencerlo de la necesidad de obtener su palabra -teniendo en cuenta que él mismo había generado la expectativa de una posible renuncia la noche anterior, tras el 1-0 a El Porvenir- llevó un par de minutos. Al final, "el Sapo" recapacitó y aceptó un diálogo informal. "Discúlpeme, pero estuve todo el día con este tema y estoy cansado. ¿Si me quedo o me voy? Sigo... ya está todo bien. Aún no firmé el contrato, pero ya acordamos cambiar una cláusula que, para mí, era inaceptable", señaló.

En pie de igualdad
La firma del contrato entre Saporiti y Ateliers, la concesionaria de Talleres, venía demorada porque las partes no se ponían de acuerdo sobre una de sus cláusulas. Pero la paciencia del DT se agotó en la noche del miércoles, cuando el árbitro César Guidoni le negó el ingreso al campo de juego, ya que estaba vencido el permiso provisorio que le habían gestionado en la AFA.
"Un contrato debe ser igual para las dos partes, como establece la Constitución. Y por mi ética de vida, no voy a poner mi destino en manos de nadie. Si esto no se arregla en 24 horas, tomaré una decisión", advirtió "el Sapo" en la conferencia de prensa posterior al juego con El Porvenir. "El problema no es con Ateliers, sino con el fideicomiso", precisó Norberto "Cacho" Recassens, el apoderado del DT.
Finalmente, después de una larga jornada de reuniones entre el concesionario albiazul Carlos Granero, el asesor del fideicomiso Fabián Barberá y el propio Recassens, las partes llegaron a un acuerdo y la sangre no llegó al río.
¿Qué cambió? Se suprimió una cláusula que le permitía a Talleres rescindir el vínculo antes de junio de 2007, desligándolo de la obligación de pagarlo en su totalidad. A cambio, se incluyó un anexo en el que consta que, en caso de despido, Saporiti sólo podrá demandar a Ateliers y no reclamar ante el juzgado de la quiebra albiazul. "Ateliers aceptó el acuerdo en todos sus términos", declaró Granero.

Nada personal
"Entiendo que la Justicia necesita tomar sus recaudos, pero si yo aceptaba esa cláusula iba a fijar un mal precedente. Era todo a favor de ellos, y nada a favor mío. No era algo contra Ateliers; yo siempre apoyé a la empresa, a Granero y al proyecto", explicó Saporiti.
"¿Si me quedo hasta junio de 2007? Eso nunca se sabe. En este fútbol, ningún entrenador resiste cuatro derrotas seguidas. Si Florentino Pérez, que puso 580 millones de euros, se fue del Real Madrid; ¿cómo no nos vamos a ir nosotros?", añadió.
A la salida del hotel, "el Sapo" abrazó al fotógrafo de este diario y aceptó los flashes sin reparos. "¿Si me voy a la práctica? No, me voy al cine con mi esposa", fue la última frase que tiró.