Nueva entrega de la columna Pase al gol.

El Talleres de Alexander Medina obliga a hablar del juego. El Torneo de la Liga Profesional representa para el club la llave para seguir siendo internacional. En la cancha, el desafío es el de siempre (protagonismo más identificación), pero con un recurso más limitado. Lo sabían Andrés Fassi, quien fue el que lo propuso, y el propio Medina, quien lo aceptó. En la realidad del fútbol argentino, lo más normal hubiera sido que el DT le diera la mano al presidente como parte de una despedida cordial.

Sin embargo, Medina eligió quedarse hasta el final de su contrato. Quiere jugar su último intento de ganar un título con Talleres, ya que su contrato vence en diciembre. Participó hasta donde pudo sumando su llamado a las gestiones que hizo Fassi y lamentó que fueran sólo Héctor Fértoli y Federico Torres.

Pero luego dejó paso a su saber: demostró que es capo en la generación de nuevos recursos para tratar de mantener las formas de su Talleres. Para lograr el compromiso de todo el plantel, necesitaba primero el de su base de jugadores. Porque le iban a dar la versatilidad esencial para no dejar de ser un equipo agresivo, intenso y que harían que sus limitaciones fueran difíciles de alcanzar para el rival.

¿Qué salió? Lo que se vio ahora. Un equipo que pudo hacer diferencia a partir de una sociedad de ataque que formaron Carlos Auzqui y Michael Santos. Se enriqueció con el aporte de Ángelo Martino y con las recuperaciones de Diego Valoyes y de Federico Navarro, quienes se lesionaron en el momento de la doble definición de la Copa de Liga Profesional y de la Copa Sudamericana.

Las espaldas de los volantes centrales rivales fueron un lugar por el que Talleres fue profundo e hiriente para poder llegar en tres toques al área. Auzqui fue el que más y mejor quebró resistencias, pero todos los jugadores mencionados pesaron en esa asociación.

Medina volvió a construir otro cuarteto de ataque. Sin Valoyes ni Parede (se rompió los ligamentos), “el Cacique” se había quedado con la dupla Fragapane-Auzqui en el cierre de la temporada. Ahora sumó al mejor Santos, a “la Pantera” (necesita quitarle un tiempo a su definición) y al ex Atlético de Rafaela. Con la presión que lidera Navarro más la distribución de Méndez, el equipo se lanzó a imponer condiciones durante un rato largo. Puso a hablar nuevamente de fútbol al Mundo Talleres. A mirar más allá del resultado. A tratar de mantener esa identificación con el equipo que sale a la cancha.

¿Qué le falta? Medina sabe que no tiene el recambio en varios puestos, pero tampoco va a sobreexigir a nadie para sostener el ritmo más allá de lo adecuado. Hay que cuidar las piezas y es algo de lo que el DT aprendió. La conducción que ofrece Diego García fue otro recurso válido para que Talleres desequilibrara en espacios reducidos o bien para que la pelota durara cuando el rival se viene.

Medina también tuvo que armar un Talleres sin Hincapié. Hubo que disimular más y mejor en el acto defensivo. No hay un tiempista así para neutralizar delanteros de jerarquía, sobre todo cuando se defiende en espacios amplios. Tampoco hay alguien que pueda salir jugando si el equipo tiene tapados a sus volantes centrales. La crisis atacó a todos los equipos, pero el Talleres de Medina siempre tiene recursos. Se verá hasta dónde.