Se metió por la ventana, pero salió por la puerta grande y con alfombra roja.

Se metió por la ventana, pero salió por la puerta grande y con alfombra roja.

En 1999, Talleres desató una fiesta grande en el primer certamen internacional que lo tuvo como partícipe, un torneo para el cual se inscribió sobre la hora con la firme finalidad de ampliar el ámbito de su competencia, pero que derivó en uno de los momentos cumbres de su historia.

Por más que sus adversarios quieran minimizar la obtención de la Copa Conmebol, el logro conquistado aquel 8 de diciembre de 1999 es, hasta el día de hoy, el único título oficial a nivel internacional conseguido por el fútbol cordobés. La hazaña fue, además, el punto de partida a otros dos certámenes en la que los albiazules hicieron la punta. Un par de años más tarde, la “T” participó en la Mercosur 2001 y cerró su primer ciclo “fronteras afuera” en la Libertadores 2002.

Después vino la quiebra y el largo paréntesis de la etapa negra, futbolística e institucional, hasta su resurrección, a partir de 2015, de la mano de quien recuperó el club para los socios, Andrés Fassi.

Con Carlos Dossetti a la cabeza, la dirigencia apostó en grande. El equipo todavía no se encontraba consolidado en Primera (había ascendido el año anterior al ganarle la final a Belgrano), pero apunto sus cañones a ponerle fin a 65 años de ausencia de equipos cordobeses en certámenes internacionales. Hasta entonces, la última (y única) presencia de clubes provinciales en competencias de ese tipo había sido la del Pirata en la Copa Béccar Varela de 1933/34. En 1981, Racing había conseguido la Copa Presidente disputada en Corea, pero el evento, en el que participaron seleccionados asiáticos y equipos europeos y sudamericanos, no revistió el carácter de oficial.

El 9 de septiembre de 1999, la dirigencia de Talleres sorprendió con un anuncio que, a la luz de los resultados, fue uno de los aciertos más grandes de su conducción.

“Queremos jugar la Conmebol” le dijeron los directivos a la AFA, que acababa de recibir la noticia de la baja de Gimnasia y Esgrima La Plata, que desistió de participar de un torneo sin patrocinadores y con la carga de soportar los gastos de estadía y traslados por parte de las instituciones intervinientes.

Fernando Paesani, vicepresidente del club, anticipó que se habían realizados gestiones ante Julio Grondona (presidente de AFA) y Eduardo De Luca (vicepresidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol). El fútbol argentino tenía reservadas dos plazas para la Conmebol, una para clubes del interior y otra para los de Buenos Aires. “En este caso renunció el equipo bonaerense, pero no creo que ningún otro acepte participar”, comentó De Luca.

Al día siguiente, las chances de la “T” se acrecentaron luego de que Argentinos Juniors rechazara una invitación de la AFA. “No vamos a jugar la Conmebol porque no nos interesa y porque preferimos priorizar el campeonato local”, afirmó Horacio Pisano, vice de los de La Paternal. Lanús adoptó igual medida y finalmente el 14 de septiembre, a menos de un mes del inicio del torneo, la AFA oficializó la aceptación del pedido de Talleres.

Un golazo

“Participar en la Conmebol tiene un significado muy valioso para Talleres, porque implica presentar al club a nivel internacional”, afirmó el vicepresidente Femando Paesani, al justificar el pedido de Talleres para participar en un torneo que la mayoría de los clubes intentaba evitar por deficitario.

“La Conmebol no altera el presupuesto de Talleres e inclusive puede ser beneficioso. Por ejemplo: viajar a Bolivia puede costamos 20 mil pesos y en la revancha podemos llegar a recaudar 200 mil dólares”, se entusiasmaba con razón el directivo. Además, el club logró la comercialización de los derechos de televisación en directo de los partidos de visitante y, en diferido, de los encuentros jugados en el viejo Chateau Carreras.
Rumbo a la gloria

En lo futbolístico, Talleres transitó un camino plagado de espinas. Fueron ocho partidos en los que ganó cuatro, empató uno y perdió tres. Y tres veces levantó marcadores adversos en los partidos de ida.

Independiente Petrolero de Bolivia le dio la “bienvenida” con un 4-1 difícil de digerir, pero en la revancha los albiazules ganaron 3-0 e hicieron pesar su mayor puntería en los penales (5-4). En cuartos, el Paraná de Brasil fue aún más complicado. Le ganó 1-0 en el Chateau, pero cayó por idéntico marcador en el desquite, por lo que fue necesario definir la llave con una definición por penales en la que la “T” estuvo más certera: 3-1 y a semifinales.

Tras eliminar a los chilenos de Deporte Concepción (2-1 y 1-1), en la final debió luchar otra vez ante la adversidad. Sportivo Alagoano pareció sentenciar la suerte de la “T” con un categórico 4-2 en la ida sólo dejó margen para el milagro. Pero estaba escrito que el torneo debía ser del quien apostó todo a ganador.

El 8 de diciembre, ante un Chateau repleto, Julián Maidana desató el carnaval cuando convirtió sobre la hora el tercero de un celebradísimo 3-0. La hazaña estaba consumada. Talleres había puesto la primera estrella en el firmamento del fútbol cordobés.