Dos goles de Dayro y uno de Palacios. Dos de Toledo, para Atlético, el último con dos hombres menos y a los 43 del ST.

Talleres era ese Talleres que recibía aplausos masivos. El Talleres que le gusta a sus hinchas: yendo y yendo al frente, con tanta actitud como con virtuosismo para jugar. Ese Talleres le ganaba más que bien a Atlético Tucumán por 3-1 en el Kempes y dejaba la serie de octavos de la Copa Superliga más que favorable.

Dayro Moreno la rompió toda y fue el hombre de la noche con dos goles, a los 10 y a los 28 del segundo tiempo. Sebastián Palacios había puesto el 1-0, a los 15 de la primera etapa. El empate parcial, injusto por cierto, había caído por Javier Toledo, a los 40 del PT.

¿Y listo? No, no, durmió Talleres y Atlético con dos jugadores menos le metió el 2-3 que deja a Talleres patas para arriba, dolido y golpeado como si no hubiera ganado. Con murmullos en la tribuna aún cuando ganando o empatando sigue en la Copa Superliga. Toledo, otra vez, a dos del final, metió el pepazo que complica todo.

Terrible montaña rusa para la T en un partido que pintaba para reencuentro entre equipo-hinchada y terminó en preocupación para la revancha del sábado. Claro que la hinchada reconoció el nivel y la entrega del equipo. Dos errores le costaron ¿caro? La respuesta el sábado que viene, 15.30 en Tucumán.

Los goles

El partido

Los primeros 20 minutos del Talleres-Atlético fueron de alta gama. Talleres metió el pecho y la pelota al piso para ganar metros en el campo ante un Atlético que no vino tímido a Córdoba. De hecho, los de Ricardo Zielinski hicieron trabajar a Guido Herrera con un remate de Javier Toledo en la primera clara del partido.

Minutos después, en ese ida a ida que se planteó, Talleres gestó un ataque de lado a lado que derivó en Dayro Moreno. Acorralado por la marca y sin angulo para un remate recto, el colombiano la picó y pasó cerca.
El mismo Dayro protagonizó la polémica con un supuesto penal que Lamolina no cobró. No pareció penal.

Envalentonado Talleres, siguió yendo. Y en ese ir, el que se quedó unos metros atrás y le dio un progreso al equipo fue Mauro Ortíz. Recostado a la derecha asistió a Palacios, que rompió líneas y las caderas de Lucchetti con una gambeta para el 1-0 a los 15.

También parecía imposible que Palacios conectara un pase a media altura y veloz de Tomás Pochettino. También pareció imposible que Lamolina cobrara un penal a Palacios, que (otra vez) gambeteó en el área y se dejó caer.

Ese inicio de partido se opacó por un esperable cambio de ritmo. Atlético nunca se metió atrás. Talleres nunca tuvo una posesión barcelonezca de pelota en ese período. Lo que Talleres había tenido Talleres fue aceleración después de dos o tres pases seguidos.

Lo que tampoco tuvo Talleres fue un resto de aguante para cerrar ese PT con el cero. Se le metieron por la derecha de su defensa y le hicieron daño: quedó solito en el área chica Toledo, con ese tiempo para definir que parecen tener sólo los partidos de fútbol 5 entre amigos veteranos. Fue el 1-1 a los 40.

Y todos saben lo que duelen los goles de visitante en este torneo… Y todos saben lo que duelen los goles que no se hacen. Ortíz, sin la lucidez del pase a Palacios, desaprovechó un mano a mano tras un genial pase-gol de 50 metros de Andrés Cubas. Es verdad que Lucchetti la cacheteó a la pelota, pero Ortíz tenía tiempo para otra decisión incluso.

En el inicio del segundo tiempo, Talleres le puso vértigo al ataque. Y el primero en seguir yendo al frente fue Palacios, con ganas de más. Sin la lírica de la gambeta del 1-0, metió un pepazo que Lucchetti sacó con esfuerzo.

A los 10, Dayro se sacó de encima el drama que vivió en el primer tiempo, con dos goles “errados” y la polémica del penal. Empujó un centro que venía endiablado después de un rebote y puso el 2-1.

La roja a Bianchi puso a Atlético en modo contragolpe. Y a aguantar a Talleres, que estaba agrandadísimo. Como Dayro, que se metió de palomita por el segundo palo para el 3-1. Oléeeeee, oléeeee, Dayróooooo, Dayróoooo tronó en el Kempes.

Otra roja a Atlético, se pensaba, le quitaba el drama al cierre del partido. El drama de temer un segundo gol de Atlético que complicara todo para la vuelta, el sábado en Tucumán.

Quedaba tiempo para la ovación a Dayro, para los aplausos del técnico Juan Pablo Vojvoda a sus jugadores y para que las caras de las/los miles de hinchas de Talleres mostraran una sonrisa más grande que la de Dayro.

Pero no, pasó lo imposible. Con dos menos y en un descuido al final, otra vez Toledo se metió para arruinar lo construido por Talleres y para dejar la llave más que abierta. Talleres ganó pero en el ánimo de todos ni se notó.