Hace días, "Super Mario" cumplió 44 años y pasó por la Boutique. Se encontró con Guido y se dieron un abrazo. Historia de un encuentro impensado.

Cosas del increíble Mundo Talleres. Hace unos años, ese encuentro entre Mario Cuenca y Guido Herrera en la Boutique de barrio Jardín no habría sido posible. Ni el abrazo ni la admiración del más joven por el arquero ya retirado y con el que ahora lo une el lugar que ocupan entre los mejores arqueros que dio Talleres en los últimos 20 años. 

Es que si todo se hubiera dado como soñaba, Herrera habría sido un gran arquero de Belgrano y ese abrazo, de días pasados, habría sido con Juan Carlos Olave o con Carlos Bossio. Sin embargo, el riocuartense no tuvo lugar en Belgrano y debió arrancar de cero en Defensores de Belgrano de Villa Ramallo. Es más, en sus redes sociales, se animó a gastar a "la T" cuando lo enfrentaba en las inferiores o en la tercera categoría del fútbol argentino.

Ja, aquello que lo separaba de Talleres, empezó a unirlo. Herrera descartó una oferta que le había hecho Mitre de Santiago del Estero y se vinculó a...Talleres. Lo que sigue es historia conocida. No paró hasta que logró que el Mundo Talleres se rindiera a sus pies y hubiera que hacer memoria para encontrar a alguien que hubiera atajado así. Hasta llegar al nombre de Mario Cuenca.

"Marito" surgió en Talleres, tuvo que irse un tiempo en Los Andes de Córdoba y cuando volvió no paró más. Con "la T", fue campeón de la B Nacional al superar a Belgrano en las finales de 1998 y de la Conmebol 1999, arquero que jugó Libertadores 2002 y Mercosur 2001. 

Y no dudó en saludar y fundirse en un abrazo con el arquero de 27 años que fue clave en el ascenso a Primera, tras 12 años de ausencia de la categoría, y que logró la clasificación a la Copa Libertadores, con un gol suyo ante Olimpo de Bahía Blanca, de penal.

Cómo no lo iba a saludar, si también es tan Talleres como él. Además de compartir, el gusto por los goles. Si lo sabrá "Super Mario" quien anotó ocho goles en Talleres. 

El encuentro se produjo casi de manera casual. Cuenca cumplía 44 años y pasó por Córdoba para traer a su hija que estudia en la Universidad ya que su vida transcurre en Del Campillo donde está dedicado al campo. Y decidió pasar a ver a Pablo Renzi, el kinesiólogo histórico albiazul, con el que recordó varias anécdotas.   

Ahí, en la calle de la Boutique, se encontró con Herrera que salía de practicar. Y lo abrazó, sin más. Guido recuerda que siempre habló bien de él cuando fue consultado por Mudno D y otros medios. 

"No me equivoqué al venir a Talleres", supo decir Herrera. Y los hechos le dieron la razón. Logró el prestigio y el respeto de muchos habitantes del Mundo Talleres. Entre ellos, un ídolo como Cuenca.

Y aquella foto que era imposible, se hizo realidad.