Victoria sin “el Cholo” y tras despedirse de la Copa. Con Cubas como único volante central y con la dupla Palacios-Moreno, la “T” ganó bien ante Colón. Primer gol de Komar.

En este Mundo Talleres debe leerse así. El 2-0 ante Colón de Santa Fe fue el primer triunfo del equipo albiazul sin Pablo Horacio Guiñazú. Ni los goles de Juan Komar ni los de Dayro Moreno, o esa atajada de Guido Herrera a Cadavid o que Talleres haya jugado uno de los mejores partidos de la era Juan Pablo Vojvoda fueron atenuantes suficientes para el golpe más duro que podían recibir los habitantes del planeta albiazul.

Es más, la eliminación de la Libertadores a manos de Palestino pasó a un segundo plano, y postergó el debate sobre lo que hizo y lo que no hizo Talleres. Como así también, el episodio del entretiempo, con la pelea de los barras en la Willington.

La gente vivó a Guiñazú durante varios ratos, pensando que en algún momento saltaría a la cancha para darle el último aplauso algo que al final sucederá en un partido despedida cuyos datos verán la luz en breve. El “olé, olé, Cholo, Choloooo...” iba y venía por todo el Kempes, buscando destino.

Sin embargo, la figura del hijo del “Hurón” no estaba en el estadio. Solamente en la mente de los jugadores (le dedicaron el triunfo al “Cholo”, como dijo Juan Cruz Komar) y en el alma de los hinchas. De los 25 mil que fueron a la cancha, en una tarde de calor “asesino”, y de los que decidieron seguir el partido a la distancia, pero todos a la espera de nuevas palabras de aquel que dijo “hasta acá llegamos, peladito”.

La promesa a su padre se había cumplido con el gol a All Boys y con Talleres en Primera. Llevarlo a la Copa y jugar hasta el fin de su participación fue un extra al que llegó porque lo consensuó con la familia que formó. Y por su temple y personalidad, algo que debía contagiar a un plantel joven, y que pocas veces sucedió... Esos valores que ya no vienen.

El nuevo Guiñazú pasó a ser el padre de Lucas y Matías, a quienes va a seguir como jugadores de la “T” y de Barrio Parque que son; el esposo de Erika, el hijo de “la Glady”, el hermano de Guillermo y Juan, y el amigo de César Cilimbini, de Iván Sánchez y de todos esos “maestros” con los que vivió entre su General Cabrera natal y General Deheza, donde está Acción Juvenil, donde empezó.

Ahí habrá que buscarlo ahora, hasta que decida qué hacer, una elección para la que Talleres intentó anticiparse al ofrecerle integrarse de una a la estructura y que “el Cholo” frenó en seco, ya que por ahora, será un fanático más del equipo de barrio Jardín. Hasta nuevo aviso.

Cubas, al frente y la dupla

Sin Guiñazú, el DT armó un equipo con Andrés Cubas como único volante central. Al fin y al cabo, había llegado a principios de campeonato, pensando en que el retiro de Guiñazú podía darse en cualquier momento.

El ex-Boca jugó un buen partido y pudo ser el primer pase, sin problemas, gracias a que Colón cruzó “el colectivo” y defendió con pierna fuerte aprovechando que Mauro Vigliano fue demasiado permisivo.

El juvenil Federico Navarro más Tomás Pochettino y Juan Ramírez eran los que debían hacer jugar a Talleres. Es más, Sebastián Palacios y Dayro Moreno fueron los que abrieron el portón de la defensa rival a la espera de que entraran sin problemas para ser las figuras del juego.

El primero fue Komar, quien marcó de cabeza tras un córner bárbaro del tucumano y así convirtió su primer gol oficial en la “T”. Fue un gol especial no solamente para el ex-Boca sino también para el cuerpo técnico de Vojvoda: se trató del primer tanto de pelota detenida. Desde aquel gol de Carlos Quintana a Boca, en partido jugado en abril de 2018 y en la Bombonera, que Talleres no marcaba por esa vía.

Luego, Dayro Moreno se cansó de que no lo habilitaran y provocó un penal que resolvió el juego. Palacios sacó un remate que el “1” rival no pudo retener y antes de que atrapara la pelota, se anticipó como para que se lo llevaran puesto. Vigliano cobró y Dayro marcó el 2-0 que había puesto fin a una serie situaciones previas que Pochettino, Ramírez y hasta el propio Palacios no había podido resolver.

Moreno, se hizo canción

El colombiano ingresó al selecto grupo de aquellos jugadores de Talleres que se hicieron canción. Ayer asomó el “olé, olé; Dayro, Dayrooo...” en dos momentos. Cuando marcó el 2-0 y, minutos después, al ser reemplazado por Junior Arias.

Ese reconocimiento es sólo comparable al que recibieron, ayer mismo, el propio Guiñazú, Herrera (buena tajada a un tiro libre de Fernando Zuqui y una doble a Andrés Cadavid) y, más allá en el tiempo, Rodrigo Burgos. Se lo va a seguir extrañando a Guiñazú, pero la vida de Talleres sigue. En el mismo ritmo y con las exigencias de siempre. Ayer, ese 2-0 lo metió en zona de Sudamericana 2020 y esa internacionalidad es la que necesita mantener el equipo, más allá de todo.