La dupla de ataque de Talleres promete acción en la vuelta de la "T" a la Copa Libertadores.

Nunca más oportunas pudieron ser la vuelta de Sebastián Palacios y la llegada de Dayro Moreno a un Talleres que había llegado al receso veraniego con más dudas que certezas.

Había sido eliminado de la Copa Argentina y la Superliga lo veía como un equipo más (o menos, en todo caso), alejado del protagonismo pretendido e inclusive con la impresión de que estaba mejor en la tabla que en la cancha. Y con la proximidad de la vuelta a la Libertadores (su primer partido fue ante el América de México hace exactamente 17 años) y de la reanudación de la participación en la Superliga, comenzaba a dudarse sobre la capacidad del plantel para dar la talla en ambos frentes.

Sin embargo, la formación de una sociedad de ataque y la estructura que la contuvo le cambiaron la cara al primer equipo. Empezó a ser “el Talleres de Vojvoda”, de manera tal que pudiera llegar con un prólogo auspicioso cuando volvió a jugar por los puntos.

Palacios aportó gol, asistencia y viveza para sorprender al rival (ante Independiente, desbordó casi siempre y pateó al arco para empatar; con Banfield, desnudó a Arboleda al patearle al primer palo), en una versión que nada tuvo que ver con la de los altibajos de su último semestre en la “T”, antes de su lesión en el codo y cuando tenía resuelto su futuro (fue vendido a Pachuca).

Moreno fue un “9” casi “10”, saliendo y entrando al área. Ya sea para participar del juego (como en los últimos dos juegos) o para definirlo (lo que ocurrió en el amistoso con Belgrano). Esa primera sociedad tuvo efectos positivos y esperados.

En el acto ofensivo se fueron sumando socios. Leonardo Godoy volvió a ser un delantero, al habitar la zona de los volantes (llegó al gol con Banfield), más la grata aparición de Fernando Bersano, un producto de la reserva campeona que pasó de lateral a volante con proyección.

Y lo más importante: con el cambio estratégico, Guiñazú y Cubas pudieron formar otra sociedad que se esperaba mucho para que Talleres recuperara la pelota y dejara de exponer a su defensa, como se había visto con Racing y Lanús.

La Copa encuentra a la “T” creciendo. Pero debe ser sólo el comienzo. Aún queda mucho por hacer.