Javier Gandolfi, Carlos Quintana y Juan Ramírez recibieron su título del secundario gracias a la “T”. Junto con juveniles y empleados, vivieron una emotiva ceremonia de colación.

Mil veces se paró Javier Gandolfi en la sala de prensa de Talleres para hablar en la previa de un partido importante o para mostrar fortaleza tras una derrota. Pero ayer, la razón para estar allí tenía que ver con cerrar una etapa muy importante. Doce jugadores y empleados de Talleres recibieron el diploma tras completar sus estudios secundarios. Juan Ramírez, Carlos Quintana, el utilero Matías Coronel, el entrenador de arqueros Gustavo Irusta, entre otros juveniles del club, asistieron con su familia para cumplir un objetivo y ganar su partido más importante.

“Creo en el día a día. Estoy convencido de que uno se puede levantar todos los días queriendo más”, fueron las palabras de Gandolfi, quien además fue escolta de la bandera nacional. Esas palabras de uno de los capitanes del equipo profesional demostró las intenciones de ese grupo que se apoyó en todo momento y se acompañó en los momentos más difíciles.

“Lo importante era ser ejemplo para mi hija, demostrarle que se puede estudiar. Me gustaría hacer el curso de técnico o seguir educación física”, contó Juan Ramírez. “Mi mejor nota fue un 10 en Matemática”, agregó el volante, que también admitió que hasta durante los entrenamientos se consultaban por alguna tarea o trabajo práctico.

A Carlos Quintana le tocó ser abanderado de la insignia de Córdoba y, junto a su mujer y sus dos hijos, compartió la alegría de irse ayer del club con el título de Bachiller en la mano. “Estudiar me abrió la cabeza. Entre todos nos empujábamos para cumplir”, sostuvo el defensor.

Matías Coronel hace siete años que trabaja como utilero del club y no dudó en aprovechar su oportunidad. “Tuve que dejar en segundo año para trabajar. El apoyo de mi familia fue fundamental para poder terminar. El título es de ellos, que hagan lo que quieran con él”, dijo entre lágrimas.

La “profe” de Matemáticas, Diana Gómez, valoró el compromiso de un grupo tan heterogéneo como el que le tocó enseñar. “Es una semilla que instala en los clubes las ganas de seguir estudiando”, sostuvo. Y así fue. Desde ahora en adelante no habrá excusas para dar ese paso tan importante.