Lo más importante

  • Lo que no sabías del volante de Talleres. Cómo lo ven en su familia y sus amigos del pueblo.
  • Su mamá y el recuerdo del papá del "Cholo": para emocionarse.
  • Video con toda la intimidad del "motor 4.0", como él se llama.

–Maestro, ¿no van a ir a General Deheza?

–¿Pero vos no naciste en Cabrera, “Cholo”?

Sí, pero ahí en Deheza arrancó el Guiñazú que ustedes no vieron. Además, está antes, si venís por Villa María. Haceme caso, maestro. Vamos que vamos.

La aventura de conocer cómo se hizo Pablo Horacio Guiñazú había cambiado su punto de partida, antes de lanzarse a la ruta.

“Apenas llegás al pueblo, tenés que doblar por el segundo semáforo después de la aceitera General Deheza. El club está atrás de la terminal. Ahí los esperamos”.

La ruta, la marcaban Iván Sánchez y César Cilimbini, dos grandes amigos del “Cholo”, quienes pidieron salir un ratito antes del trabajo y sumarse a la reconstrucción del jugador y de la persona.

Los 40 años del “Cholo”, el mejor volante de la pasada Superliga, cobran más vigencia para una comunidad futbolera que ve retirados a jugadores de 30 y 31 años, por caso. A sus amigos, nada de eso los sorprendió. Ellos vieron cómo se hizo. A ellos, nadie se los tiene que contar.

Acción Juvenil del “Cholito”

El club que abrió sus puertas bien temprano fue Acción Juvenil General Deheza. Ese fue el semillero del “Cholo” desde los 5 hasta los 14 años. “Era enganche y tuve la suerte de jugar con él. Hacía goles. Todos lo pedíamos porque sabíamos que con él ganábamos seguro. Primero empezó jugando en el baby y luego pasó a la cancha de 11. Este microestadio en el que estamos, lleva su nombre”, cuenta Sánchez.

“Los tres amigos somos clase 1978. Pero en mi caso, era rival de ambos. Jugaba en Sportivo Belgrano de General Deheza y acá jugábamos el clásico. Nos dábamos duro. Pero yo me daba el gusto de jugar en el colegio con “el Cholo”. Ahí lo pedíamos siempre y ahí, me hacía jugar. De hecho. Al “Cholo’ lo ve Mario Arévalo cuando juega para Independiente Dolores de General Cabrera contra Acción Juvenil, el equipo que dirigía. Se privó de muchas cosas. Nosotros salíamos y él, nada. Por eso llegó”, recordó Cilimbini.

–César, ¿estudiaba “el Cholo”?

–¿Cómo? Terminaba las pruebas media hora antes para poder ayudarnos a todos.

Los amigos y compañeros dejaron paso a Mario Arévalo, el primer DT que tuvo “el Cholo”. “Hasta el día de hoy nos seguimos comunicando. Cuando lo fuimos a buscar estaba jugando a las bochas. Era bueno para todo. Esa personalidad que tiene la fue modelando de niño. Puso en alto el nombre de todos los clubes para los que jugó, en especial a Acción Juvenil. Es más hace el partido a beneficio a fin de año acá y en Cabrera junto con “Chacho” Buffarini. Jamás se olvidó de sus orígenes”, comentó Arévalo.

“Es así de generoso con todos. A los amigos nos considera familia”, agregó Federico Addy, a quien “el Cholo” llama todos los días.

El juego del “Cholo” ya era conocido por toda la provincia. Newell’s puso el ojo y se lo llevó en 1996. “Cuando pasó a jugar en la cancha de 11, sabíamos que iba a durar poco. Con 16 años, era el dueño del juego. Lo hizo debutar “Cacho” Fiandino y yo estaba como ayudante de campo de Acción Juvenil. Lo vio Rosín, un captador de talentos de ‘la Lepra’, y se lo llevó. Tuve el orgullo de haber visto su último partido en el club. Estamos seguros de que el partido final de su carrera lo va a jugar acá”, fue el anhelo de Rudy Ranco, titular del club.

Glady: Gracias, Hurón

La mamá, un amor.

Deheza quedó atrás. La parada siguiente fue la casa de los Guiñazú en General Cabrera. Ahí donde “el Cholo” fue hijo de laburantes, hermano, abanderado del colegio y amigo de todo el pueblo.

“Llegaron para los aplausos”, dice Guillermo “Lemo”, el mayor y el más chispeante de los hermanos. ¿Viste que dicen que el hermano que no llegó era el mejor? Con él, estás hablando. Ja”, agregó “Lemo”. Ahí nomás le cedió la posta a Juan, el mayor de los Guiñazú.

“Sentimos orgullo por lo que hizo como jugador, pero más por su persona. Nuestros padres nos hicieron de buena madera”, valoró.

Mientras tanto, desde la cocina, venía un terrible olor a milanesa con papa y a tortilla. Ahí estaba mamá Glady. Así, sin “s” ni error de ortografía. “Estamos felices por él. Ahora estoy haciendo el menú preferido del ‘Cholo’. Pero siempre se cuidó. En todo. Y le daba a la pelota todo el día. Le preparaba la ropita para jugar. Venía lleno de barro, pero feliz. Y en el colegio era el mejor”, arrancó recordando.

–¿Su amigo Cilimbini contó que terminaba antes para ayudar a todos los compañeros?

–Era el abanderado. Cumplió con todo… Todo esto fue gracias a…

Glady hizo una pausa. Ya no pudo seguir hablando. Dejó la cocina y se fue hasta una mesita de luz para buscar el retrato de Juan “el Hurón (así, con h)”, su compañero de toda la vida.

Levantó el cuadrito y le dio un beso. Le falta desde 2015. “Mi ‘Hurón’, querido. ¡¡Cómo hubiéramos querido que disfrutaras este momento!! Miralo a tu hijo siendo un señor y convertido en un ídolo de tu Talleres querido, apoyados por sus hermanos. Como vos querías”, sollozó la mamá del “Cholo” y toda la familia Guiñazú se quebró. “Lemo”, Juan (el que lleva su nombre), la tía Graciela (lo apodó “Cholito” porque ser el más “petiso” e “inquieto”), sobrinos y los amigos también se emocionaron.

“Hurón” le metió a Talleres en el corazón al “Cholo”. Había sido un padre sacrificado. Fue policía, también se subió a un camión y ya jubilado había puesto un bar y quería ver ‘al Cholo’ con la de Talleres. De última con la de Independiente, por “el Bocha” Bochini y compañía. Pero Guiñazú junior había simpatizado por River, de chiquito. “Juan le insistía siempre con Talleres. Él lo había visto mucho. Hizo muchos viajes a Córdoba. Es más, antes de Newell’s, tuvo un paso fugaz por el club, pero fue una época muy dura para el semillero y la pensión no estaba en las mejores condiciones. No fue esa la oportunidad”, contó Glady sin parar de lagrimear.

“El Cholo” se hizo grande en todo sentido. Jugó en la selección argentina, fue para Independiente y allí su padre lo vio campeón.

Faltaba Talleres. “Dale. Dame el gusto”, le decía “el Hurón”. “Te prometo que así va ser”, le contestaba su hijo. “El Cholo” estaba en Brasil con su mujer Érika y sus hijos Lucas y Matías. Pero a su padre le dio un ACV y murió en enero de 2015. El volante estaba de pretemporada con el Vasco y debido a los vuelos recién pudo llegar tres horas después del entierro. Fue un clic. Era hora de pegar la vuelta y cumplir la promesa al “Hurón”. Andrés Fassi lo llamó, tras el ascenso a la B Nacional y él aceptó.

–Cumplió…

–Sí. Pero no fue fácil. Cuando le quebraron el maxilar, quería dejar. Hubo que ayudarlo con su mujer Érika. ‘Hurón’ también lo levantó... el día del ascenso contra All Boys, estoy segura que estuvo ahí.
Como dijo Pablo. Pateó “el Hurón”. Y fue el golazo de todo Talleres.