Aquella última imagen de Pablo Guiñazú con grandes recorridos del último tramo de la Superliga dejó sus secuelas. Talleres logró la clasificación a la fase preliminar de la Copa Libertadores 2019, pero ese sobreesfuerzo que “el Cholo” hizo frente a Huracán terminó en un desgarro.

Si bien el mejor jugador de Talleres ya se ha recuperado plenamente de aquel inconveniente físico, ni Juan Pablo Vojvoda, el flamante entrenador albiazul, ni ninguno de sus compañeros se pueden dar el lujo de perderlo por 20 o 30 días.

Como primera medida, la llegada de Andrés Cubas representa la posibilidad de compensar el esfuerzo del volante que cumplirá 40 años el 18 de agosto. Lo de Cubas será lo que hizo Fernando Godoy, hasta que su nivel bajó un poco. “El Chufo” Vojvoda planea un Talleres de ataque con una presión alta, parecido al de Frank Kudelka, y para recuperar la pelota necesitará que “el Cholo” y Cubas formen la primera gran sociedad albiazul.

Ese binomio es clave para el funcionamiento del equipo y necesita de todo el rodaje posible. El paso siguiente para la evolución del equipo debe contemplar a nuevos socios, caso Juan Ramírez, quien es el que va a desequilibrar y a romper líneas. Ramírez, al mismo tiempo, tendrá tareas de colaboración en la recuperación de la pelota en el medio campo.

Este tridente Guiñazú-Cubas-Ramírez es el que resolverá todo en la “T”. Si convendrá acelerar al equipo o pausarlo; si será un equipo largo o corto; si conviene arriesgar o esperar; si los laterales serán salida o delanteros.

Pero hay algo que no podrán negociar: esos volantes marcarán el equilibrio entre la defensa y el ataque, para que eviten la exposición de una línea y el desamparo de la otra. El clásico con Belgrano se aproxima y será una nueva prueba para ese bloque albiazul y para todo el equipo.