A Roberto Oste le gustaría tener una charla con Andrés Fassi. Lleva 10 años como ayudante de campo de Rubén Insúa, seis de ellos en Ecuador y Colombia.

El 5 de Julio de 1998 es, para cualquier hincha de Talleres que se precie, una fecha inolvidable. A casi 20 años de distancia, sigue emocionando aquel ascenso a Primera División en el Chateau, en la final del Nacional B contra Belgrano, con el penal decisivo convertido por Roberto Luis Oste.

“¿Qué será de la vida del “Lute”?, se preguntan los hinchas matadores más veteranos y memoriosos. En estas líneas se lo contamos. A casi un mes de ese instante único, Mundo D charló con él martes, en la grabación del programa “Fútbol Criollo” que hoy a las 18.30 se emitirá por Showsport.

–¿Cuánto tiempo llevás en Córdoba después de dirigir en el exterior?

–Un año y medio. Llevo 10 trabajando con Rubén Insúa en su cuerpo técnico. Salvo este tiempo, siempre tuvimos un club para desempeñarnos. A Rubén lo conocí en 2008, en Talleres, cuando lo trajo Carlos Granero. Después vino Carlos Ahumada y sólo dirigimos tres partidos, porque no había buena relación con él y nos echó. Por suerte en 2009 nos sumamos al Deportivo Quito de Ecuador y salimos campeones, además de haber jugado Sudamericana y Libertadores.

–¿Y cómo siguió el derrotero?

–En 2010 volvimos a jugar esas copas y un año después recalamos en Barcelona de Ecuador. En 2012 fuimos al Deportivo Cali y en 2014 volvimos a Ecuador para dirigir al Nacional. En 2016 fuimos al Bolívar de Bolivia y también jugamos la Libertadores.

–¿Y ahora?

–Esperando que nos salga club, viendo mucho fútbol, preparándome, presenciando entrenamientos. Está duro, porque cada vez hay más técnicos buscando trabajo. Tuve propuestas para dirigir solo en el Federal A, pero no me sedujeron. Rubén vive en Buenos Aires y tiene un hijo jugando en Barcelona de Ecuador y otro en Aldosivi.

–¿Seguís en contacto con Talleres?

–Sí, cada vez que estoy acá voy a ver sus partidos. No estuve en contacto con Andrés Fassi, pero me encantaría algún día tener una charla con él, porque veo todo lo bueno que está haciendo y uno tiene que aprender de dirigentes como él. Tuve la intención de llamarlo, pero me gana la intención de no molestarlo. Sé que tiene una gran actividad diaria.

–¿Esperás un llamado?

–Siempre estuve a disposición del club. Me tocó estar en un momento dificilísimo. El club estaba muy mal, con un gerenciamiento rechazado por la gente. Puse la cara. Fui a las inferiores y terminé dirigiendo casi 30 partidos en la primera. Conocí a grandes entrenadores como Ricardo Gareca, Salvador Capitano y a Rubén. No siento que le deba algo a Talleres ni que el club me deba algo, pero como estos años trabajé en el exterior, no estuve en contacto con el club todo lo que hubiese querido. Uno forma parte de un partecita linda de su historia y me gustaría estar ahora que está muy bien y se maneja de una manera muy distinta. Creo que me puedo adaptar.

–Se acerca el 5 de julio...

–¡Uhhh! Ya pasaron casi 20 año. En los últimos no pude estar en Córdoba, pero ahora parece que como viene la mano voy a estar. Siempre estuve a disposición de esa locura que ideó Juan Faner y que se repite todos los años. Ese partido marcó mi carrera, por toda la carga emocional que tuvo ese partido, por el folklore... Desde entonces quedé identificado para siempre con Talleres.

–Dirigiste en Ecuador. Dame tu opinión sobre Joao Rojas.

–Lo conozco mucho. Su estilo es el de los viejos wines del fútbol argentino. Lo vi bastante en 2008. Tenía alguna dificultad en el roce, pero se fortaleció mucho en lo físico y hoy es un jugador muy completo. Fue uno de los mejores este año en el equipo. No soy nadie para decirle a la dirigencia qué deber hacer, pero ojalá que siga. Sería muy importante.