“El equipo mantuvo las formas”, dijo Frank Kudelka después de la victoria 2-0 de Talleres sobre Newell’s, el sábado en barrio Jardín. Antes que nada, fiel a sus principios, el DT de Freyre quiere preservar el estilo de juego de su equipo, de cuyo ejercicio en el torneo anterior recibió muchos elogios.

Sobre este punto hay que remarcar que Talleres ha jugado igual, siempre. O al menos, lo ha intentado. Desde el empate ante Racing Club, en Avellaneda, aquel viernes lluvioso, en la fecha inaugural, hasta el penal de Blandi con el que San Lorenzo le empató 1 a 1 en el estadio Kempes en la última jugada del partido... y del campeonato.

Eso es un mérito. Desde el alba, el entrenador impulsó una idea y una manera de sentir el juego; los jugadores la recibieron y la aceptaron, y entre todos se propusieron ejecutarla.

Y la llevaron a cabo en aquel intenso partido que perdió ante River por 1 a 0, cuando tocó fondo ante Aldosivi 2 a 1 en las primeras fechas del campeonato o en el momento en que empezó a ver la luz, poco después, durante la racha de cinco victorias consecutivas. O también en el irregular final del certamen, en el que mezcló buenas actuaciones y en particular, algunas tristezas, sobre todo en el cierre de algunos partidos.

Así está el mercado de pases de Talleres En líneas generales, esa manera de interpretar el fútbol no ofreció variantes sustanciales; no mostró alternativas, sino opuestas, al menos distintas como para ser reconocidas como tales. Talleres siempre trató de salir desde el fondo con pelota bien jugada, su medio campo siguió igual tendencia y sus delanteros no tuvieron más que extender ese modo cerca del “otro” arco.

Como se dice en la tribuna: fue siempre “al frente”. No especuló. No cruzó ningún colectivo delante de Guido Herrera, ni mucho menos recurrió a las malas formas para acceder a un resultado que le conviniera.

Pero todo tiene su costo. Repasando números y circunstancias, Talleres, con sus maneras francas y lineales, ha dejado escapar muchos puntos en los últimos tramos de varios encuentros.

Sin ir más lejos, en las fechas 13 y 29, los dos equipos rosarinos le sacaron cuatro unidades en la última jugada: Leguizamón y Amoroso hicieron los goles en plena agonía. Al citado penal Blandi que también lo privó de otros dos puntos, se suman los de Romero, en la derrota 2 a 1 ante Temperley; de Farré, en el empate contra Belgrano, en el primer clásico; el de Chacana, en la caída ante Huracán y el de Blanco, en el traspié frente a Colón, en Santa Fe. Todos fueron convertidos después de los 25 minutos del segundo tiempo.

¿Más pragmatismo?

Con el torneo avanzado en fechas, y con varias experiencias de ese tipo, Kudelka no puso volantes en lugar de delanteros como recurso defensivo, ni armó una doble línea de cuatro hombres para evitarle contratiempos a su arquero. Los partidos de la “T”, sea cual fuere su adversario tuvieron características de “toma y traiga”, de un “golpe por golpe”, en el que se notaba la preferencia por la victoria a través del virtuosismo en lugar de la especulación y el cuidado extremo.

Ese acto de generosidad, que implícitamente encierra ese modo de pensar, tiene agazapado al peligro detrás de la puerta. Esa sucesión de goles ingratos le quitaron la posibilidad a los albiazules de sumar varios puntos más y, por qué no, de clasificar a la Copa Sudamericana. No es malo tampoco pensar qué hubiera sucedido de haber tomado Kudelka un poco más de precauciones para cuidar el resultado. “Ni poco ni demasiado, todo es cuestión de medida”, dice la canción. El pragmatismo no es bien visto en algunas bibliotecas del fútbol, pero tampoco es aconsejable despreciarlo o descartarlo del todo.