El ex goleador falleció este domingo por la tarde debido a un paro cardiorespiratorio.

Nació en Cruz del Eje (Córdoba) el 19 de julio de 1933. Como técnico dirigió interinamente en 1972, 1978, 1979 y 1993. La Wanora. Su nombre se lo debe a la marca de una conocida máquina de tejer de la época, porque se suponía que con su juego zigzagueante “tejía” las mejores maniobras de su equipo. Uno de los mayores próceres de la historia de Talleres y del fútbol de Córdoba, cuyos seleccionados defendió en Campeonatos Argentinos y compromisos amistosos.

Romero llegó al club en 1955 desde su Cruz del Eje natal con toda la incertidumbre de un chico del interior que descubre las luces de la gran ciudad. “Miguelito” todavía no era “la Wanora” y Talleres no había dimensionado del todo la figura que le acababa de arrebatar a Independiente de aquella localidad a cambio de 55 mil pesos, unos 3.934 dólares de acuerdo al cambio de la época.

“Mi vieja me mandó con una tortilla de papa, por si tenía hambre y no me daban de comer. Andaba con la tortilla debajo del brazo y en el primer entrenamiento la escondí detrás de uno de los postes del arco, pero la descubrió (Ugolino) Serra y me la comió. ‘Decile a tu vieja que estaba rica y que te haga otra’, me dijo después”, cuenta Romero sobre aquellos primeros días en barrio Jardín.

También registró un paso por el fútbol de AFA, actuando para Huracán de Parque Patricios (1957-58, 30 partidos, 3 goles) y fue preseleccionado para el Mundial de Suecia ‘58. En 1966 actuó a préstamo en la Liga Independiente de Oncativo. Sus 163 goles lo convirtieron en el máximo goleador de la historia del club, aunque sólo jugó para la “T” en torneos locales. Quienes lo vieron jugar lo definieron como un exquisito con la pelota, de gran manejo y dueño de una tremenda definición.

Pero al margen de todas esas características futbolísticas, Romero le agregó una corrección ejemplar: jamás fue expulsado de la cancha en 15 años de carrera en la Liga Cordobesa, lo que le valió ganar en más de una oportunidad el “Premio a la Conducta Deportiva” que entregaba Radio Universidad. Siete veces campeón con los albiazules, los Campeonatos Nacionales le llegaron sobre el ocaso de su carrera, cuando ya había entregado los mejores años de su campaña y se disponía a gastar sus últimos cartuchos en la Primera B local, donde actuó para San Lorenzo, el club que le permitió cerrar una fantástica trayectoria.

En Talleres, histórico

Jugó en 1955 (22 partidos, 18 goles), 1956 (12 partidos, 13 goles), 1957 (1 partido), 1958 (19 partidos, 16 goles), 1959 (24 partidos, 14 goles), 1960 (25 partidos, 23 goles), 1961 (25 partidos, 19 goles), 1962 (24 partidos, 15 goles), 1963 (17 partidos, 6 goles), 1964 (27 partidos, 19 goles), 1965 (19 partidos, 5 goles), 1967 (26 partidos, 15 goles), 1968 (1 partido). Total: 242 partidos, 163 goles.