Kudelka, una era exitosa. La vida de un hombre que llegó en silencio a barrio Jardín y que, con su impronta, le devolvió la esperanza al hincha albiazul. Conocer al DT.

Frank Darío Kudelka tiene los ojos luminosos. Pero, oculta detrás de sus párpados todo el fervor que lo trastoca. Esta vez ha dejado de lado su centímetro de sastre con el que suele medir cada palabra. No renuncia igual a la precisión con la que intenta cerrar sus frases. Pero, sabe que la oración se conforma sin titubeos. Sujeto: Talleres; verbo: ascender; predicado: seguir soñando.

Kudelka lleva en su parsimonia dialéctica un sentimiento de emoción muy bien guardado, protegido. No oculto ni tapado, pero sí al resguardo. Kudelka tiene los ojos luminosos de aquel chico que jugaba a la pelota en Freyre, allá donde viven los primeros cordobeses en ver el sol de la mañana, al borde del Este más Este de la provincia.

En la antesala de la secretaría técnica, en la Boutique de barrio Jardín, el entrenador del Talleres “de prime...” está sentado sobre una mesita, como de escuela, con su buzo azul y blanco. Y mueve las piernas al hablar, como esos niños inquietos de sala de espera.

La feliz hora de charlar de algo tan esperado como este potencial ascenso a primera da paso para cierta introspección.

“Era un sueño dirigir a Talleres. Cuando me avisaron de la reunión con Andrés Fassi en el exterior (fue en Miami) y me iba de mi casa, le dije a mi señora: ‘voy a dirigir a Talleres’”, dice a Día a Día con absoluta convicción el DT del nuevo milagro albiazul.

Asumió Kudelka la tempestad del mar en barrio Jardín. Supo desde el primer momento que debería cruzar un desierto sin saber el camino, pero sí el destino. Y se fue acomodando desde aquel noviembre de 2014, a esta bella vida en la T. “Uno lo tomó en un momento muy álgido y era intolerable para la gente estar en el Federal A. No se le podía decir nada y lo único que tiene es el escudo de Talleres. Esa gente tiene el real sentimiento por el club. Hay gente que vende su pilcha para comprar su entrada. Entonces ¿cómo no vas a entenderlo? Pero, después nadie se murió por no ganar un campeonato. Yo siempre trato de evitar eso y va de la mano de los elogios o las críticas”, dice y trata de reafirmarlo.

El DT de Talleres entra en un terreno en el cual tiene cosas por decir. Sabe que todo ha sido más difícil en todos los sentidos. El famoso examen semana a semana. Y la vida pendular entre la hoguera y el cielo albiazul.

“Vivimos en una sociedad de extremos y para mí los extremos distorsionan. Se catalogan dentro del fútbol a las personas bajo la óptica de si ganás un partido o lo perdés. Y, lamentablemente, son opiniones que se transmiten a miles de opiniones”, resalta y va más allá en el análisis: “De mí pueden opinar desde lo que decido, pero si hablan mal de la persona me parece algo bastante bajo y en el elogio algo bastante alto. Se habla tanto de las personas que está lleno de ídolos de barro. Inclusive mucho más de afuera del fútbol”.

–¿Cómo debe ser un ídolo?
–Tiene que ser callado y además de tener logros, tiene que tener autocrítica, con un montón de factores que lo hagan protagonista haga lo que haga. Estamos acostumbrados a que cualquiera que habla y dice algo ya es “no sé quien”. Y no es el mejor valor que se le pueda transmitir a las próximas generaciones.

Ya calentó la voz Frank. Como Sinatra. Y está en un momento “Sinatra”, la Voz, aquel mítico cantante melódico que se convirtió en adjetivo. Y este Kudelka “ya es Sinatra” en el Mundo Talleres. Pero, ante la desmesura que él señala en el elogio, aún acepta que se ha trazado un gran camino con este equipo que está subido al gran objetivo del ascenso a Primera División y que, bajo su gestión, en un año y medio, han coronado un regreso a esos lugares a los que el hincha le ha demandado a Talleres. ¿Y el estilo de Kudelka, cual es, cómo se encasilla?

“Si me preguntan si es el equipo ideal, desde lo conceptual, el que uno quiere plasmar dentro de un funcionamiento o una idea de juego yo digo que no. Lo que pasa es que hay que ser muy inteligente en esto”.

–¿Va de la mano de las necesidades que tiene el club?
–Exactamente. Hay que ser inteligente, va de las mano de las necesidades. A mí también me gustaría jugar como el Barcelona y ganar todos los partidos como se les ocurre. Pero, no somos el Barcelona ni yo soy el técnico del Barcelona.

Kudelka baja a la tierra con esas frases e, íntimamente, parece pretender que el hincha comprenda que no todo se ha podido a la vez. No resulta caprichoso entrar en razón en ello, más bien, abre el juego a explicarlo de otra manera más cruda: “A lo mejor, en el Federal A, podíamos jugar bárbaro, pero si no se ascendía no se acordaba nadie. Y yo, en ese sentido, creo que se mantiene un equipo con ciertas vocaciones, pero en este momento más estructurado. Nos pasó en las finales del año pasado. Es muy práctico, muy nítido, muy elocuente en lo que hace”.

Kudelka se aparta de la numerología, lo acuna con cierta gracia y sin tanto desdén.

–Y con este invicto, al fin de cuentas, ¿ganó Kudelka?
– No. Yo no vengo a competir con los que opinan. Y ante un conflicto me pongo en una situación de no confrontación. Es muy raro que yo no pueda rebatir con fundamentos. En un debate público tenemos que establecer qué es lo que pensamos y lo que sabemos. Pero, prefiero no exponerme. Después, la vida y el tiempo se encargan de acomodar las cosas.

Detrás de esa puerta, en la antesala de la secretaría técnica, hay un universo propio. Incluso, para la foto íntima, el técnico estira el brazo para que no se lea cómo plantó la formación del equipo, ni sus flechitas. Una humorada. Antes que las fotografías de rigor, a las que gentilmente el entrenador se lo permitió a Día a Día, se anima a meterse en el pasado.

“Tengo muy pocos amigos. He transitado tanto por el fútbol que nunca pude fortalecer algunos lazos. Es la parte un poco triste de la cosa. Pero, en Freyre está la barra de siempre, la de la escuela, la del asado y de las bromas. Ese es el lugar al que uno trata de volver”, dice con la voz un tanto nostálgica.

Reniega también del desconocimiento de quienes tratan con él. “Creen que soy santafesino, pero soy cordobés”, dice.

Soy cordobés. Claro, nacido y criado en Freyre, a 24 kilómetros de San Francisco, fue contenido por un padre futbolero que lo siguió en cada paso. Desde pibe, Kudelka tenía en la cabeza esto de meterse en el fútbol. Tan pasional por dentro que hasta entró en crisis cuando, después de dirigir a Patronato, allá por 2003 pensó que su carrera como técnico estaba terminada.

“Libertad de Sunchales me devolvió”, dice con cierta felicidad. A partir de allí, aunque habiendo dejado un gran paso ya por Unión de Santa Fe, se fue codeando con logros, con ascensos y con más sueños hasta esta escala en Talleres, de ya 18 meses, con casi dos ascensos en fila. Sacarlo del infierno del Federal A, meterlo en la B y acariciar la primera ha sido una gestión maratónica. A Frank hay que admirarlo como a Sinatra, piensan algunos hinchas.

“Yo hice la colimba (servicio militar) en Córdoba (en el ‘80) y me acuerdo de Hoyitos, mirá vos, de Hoyitos (Ángel Guillermo Hoyos), de esa época de Talleres”.

–Nadie sabe de eso...
–No, ni de que mi sueño era llegar hasta acá. Yo quería dirigir a Talleres.

Números de Kudelka

38
Son los partidos que Talleres trae sin caer. Racha histórica que arrastra desde el año pasado, tras el Federal A.

619
Son los minutos que arrastra el equipo sin que le anoten un gol. Hace seis partidos que no le marcan.

24
Son los juegos que trae invicto en condición de visitante. 8 han sido en la presente temporada. Y acumula 20 de local.

51
Son los partidos que dirigió Kudelka como entrenador de Talleres. 34 partidos ganados, 16 empatados y 1 perdido.

Sobre Instituto y aquella supuesta frase

Cada vez que se relaciona a Frank Kudelka con Instituto (pasó en 2012-2013), sobrevuela una frase que se le atribuye desde Alta Córdoba: “Miro para abajo (inferiores) y no veo nada”. Hoy, el equipo albirrojo se nutrió de su cantera y aunque marcha último, peleó la temporada pasada por la chance de subir a primera. ¿Qué dice Kudelka de ello?

“Con total honestidad, no recuerdo haber dicho eso, así. Sí capaz, que en ese momento cuando el equipo no funcionaba no había jugadores. Es sacado de contexto, es muy fácil decir eso”, explica y retruca.

“¿Y cómo les fue? En ese momento, claro, a lo mejor a los pibes que están ahora les faltaba tres años, porque eso fue hace tres años y no era para jugar en ese momento de necesidad. Entonces, no seamos hipócritas: ni el que dice esa barrabasada ni el que la transmite”.

Algunos dirigentes de la pasada gestión en la Gloria también se encargaron de hacerla pública cada vez que se acordaban del DT de la T: “La verdad que los dirigentes antes de hablar tendrían que cumplir. Y, después, si todos esos chicos según lo que dicen hubiesen triunfado tal vez Instituto no estaría como está”.