Empató Talleres. Fue 0 a 0 en Mendoza, ante Independiente Rivadavia este domingo. Ahora, sólo depende de sí mismo para el tan ansiado regreso a Primera División. Mirá qué debería pasar.

Hace rato que el hincha de Talleres volvió a desempolvar la calculadora. Aquella que usó en la previa del ascenso a la B Nacional cuando estaba en el Federal A.

Aquella que tuvo que mirar hasta la última fecha para gritar a garganta pelada, “ascendimos”. La realidad en este torneo es distinta, y parece que esa “vieja amiga” no lo va a acompañar en el bolsillo hasta la última fecha.

Quizás antes, vaya a parar al cajón de donde vino y sólo sobreviva ese sueño tan esperado y concretado de la vuelta a la Primera División del fútbol argentino.

Este domingo, Talleres empató en cero contra Independiente Rivadavia de Mendoza, sumó un punto más, mantuvo el invicto de 36 partidos y sigue dependiendo de sí mismo para el ascenso:

Matemáticamente, si gana los próximos tres partidos (sobre un total de cinco que faltan para el final del torneo), no importa cómo salgan sus perseguidores inmediatos (Chacarita y Gimnasia de Jujuy están a 8 puntos y Boca Unidos podría ponerse hoy a 7), habrá logrado el tan ansiado regreso a la máxima categoría del fútbol argentino.

Por eso, por más prudencia que pida el DT Frank Kudelka a la hora de hablar de esta posibilidad (ver página 4 “Los pies...”), ¿quién le quita al hincha Matador la ilusión de hacer cuentas como en la primaria y que la suma “le de bien"?

Áspero empate. El partido que este domingo jugó Talleres contra los mendocinos tuvo de todo. Dentro de la cancha y fuera de ella. Pero, el denominador común fue lo ríspido que resultó dentro del campo de juego, “ayudado” por un árbitro que fue bastante permisivo a la hora de tomar decisiones sobre infracciones muy fuertes.

El primer tiempo, fue de Talleres, en ese período tuvo las chances más claras para convertir, con un Solís desequilibrante (aunque a veces se embrolla demasiado y mete una de más) y un Klusener incansable que fue y fue y obligó a la línea defensiva del local a estar siempre atentos a sus movimientos.

Burgos quitaba y el Cholo hacía lo suyo. La T pudo abrir la cuenta con un remate de Solís, ante un mal cierre de Viscarra, que dio en el palo izquierdo del arquero Aracena. Luego apareció la solvencia del arquero de Independiente Rivadavia para salvar su arco en dos ocasiones, primero ante un remate de Ramis y más tarde en un cabezazo de Klusener. Allí se marcaron las diferencias entre el puntero e invicto de la tabla y el último.

En el segundo tiempo, el panorama fue bien distinto. El albiazul se olvidó de todo lo bueno que había hecho hasta allí y el equipo mendocino lo metió en su juego. Y las diferencias en la tabla no se hicieron tan notorias. Guiñazú y Burgos perdieron el dominio de la pelota y sólo aparecían con intentos de media distancia.

En momentos cruciales, apareció la solvencia de Herrera, quien salvó con un achique un remate de Bruera.

Cuando todo había caído en una chatura generalizada, la nota la dio la hinchada local: encendieron bengalas y el partido se detuvo al menos seis minutos que luego fueron adicionados por el árbitro. Tras el parate, la T intentó hasta el final, pero no tuvo las mismas ideas claras y terminó rescatando un punto.

Ese que el hincha “sumó” en su calculadora y lo ilusiona.