Al volante de Talleres lo llamaron para reemplazar a Gago y Cubas, pero prefirió quedarse en la "T". "Venir a Córdoba fue la mejor decisión que tomé en mi carrera", dijo.

Muchos jugadores hubieran querido ser Pablo Guiñazú. A los 37 años, Boca le tocó la puerta para reemplazar al lesionado Fernando Gago y a Andrés Cubas. El sueño de jugar en cualquier club grande es algo que nace con el jugador, y estaba al alcance de la mano.

Sin embargo, el cordobés decidió respetar la palabra que le dio a Talleres (hoy es capitán) y por el que hizo una fuerza bárbara para poder jugar en el club del que es hincha.

En tiempos donde vale cada vez menos, “el Cholo” honró su palabra.

“Te voy a ser sincero. Se comunicaron con alguien cercano a mí. Me lo comunicaron en el acto. Estábamos concentrados para el partido con Atlético Paraná y fue al mediodía. Se cortó por lo sano, sin saber si iba a avanzar o no. Yo le di la palabra a Talleres y cumpliré. Hice todo lo posible por estar en este proyecto todo lo que tengo de contrato. Estoy feliz y contento. Es una palabra que no la voy a quebrar nunca. Dejo en claro que vine acá a aportar mi granito de arena. Ojalá todo siga así como hasta ahora, ya que hay pura alegría”, explicó el volante.

Sabe que será imposible que se presente otra chance como esta, pero también vivió lo que le costó jugar en Talleres. La doble quebradura de maxilar izquierdo, el alimentarse con líquido, el recuperar los seis kilos perdidos y el volver a sentirse jugador.

“Ya lo van a conocer”, dice su amigo bellvillense Lucas Fabián, quien lo acompaña a todos lados.

–Es difícil decirle no a una propuesta así y honrar la palabra dada a Talleres, cuando hubo DT y jugadores que por menos que eso se fueron sin decir adiós...
–Siempre me he manejado así. Es la enseñanza que me dejaron mis padres. Es el camino correcto. Le agradezco a Talleres que se haya interesado en mí. Lo dije antes de que las cosas estuvieran como ahora. Que Talleres se haya interesado en traerme para este proyecto es espectacular. Fue la mejor decisión que tomé en mi carrera. La felicidad que estoy compartiendo con mis compañeros no tiene precio. A veces, la vida va más allá de primera, segunda, tercera.

–En el Talleres de Kudelka hay jugadores que sueñan con convertir un gol. ¿Cómo sería ese momento y cómo festejarías?
–Daría dos vueltas olímpicas. Al pique. Con todo. Los otros días le tocó a Burgos. Pero a él le toca ir a cabecear en los córners. Esto es un grupo con muy buenos jugadores y fuerte. No hay estrellas porque somos seres normales y tenemos que hacer que la estrella sea Talleres. Eso significa que el gol lo hace cualquiera. Así sea uno que ya tiene mil o alguien que nunca haya convertido. Ya me siento a pleno, tratando siempre de ayudar, de aportar mi granito de arena. Ante Atlético de Paraná me sentí bien en un campo que no era fácil a la hora de tener la pelota. Y cuando tuve que luchar, también lo hice. Por suerte nos salió todo redondo. Hicimos tres goles, que no es cosa de todos los días y ganamos que era lo importante.

–Orden para el progreso...
–Se habló mucho sobre eso antes de entrar. Mantener el orden era fundamental. Estar organizados. En una cancha como la del Kempes, hay que estar mucho más atentos. Un tiro al arco era mucho más peligroso que en una situación normal. Y creo que estuvimos bien parados y todo se cumplió al pie de la letra. Eso te va ayudando. Cuando un equipo no te puede entrar, te da una confianza. Te vas sintiendo más cómodo. Abrir el marcador de pelota parada fue fundamental.

–Ocho finales. ¿Reina el paso a paso o se apartan?
–No. Fui una persona que le tocó estar en grupos en los que se han conseguido cosas importantes. La experiencia y el tiempo me han enseñado que hay que ir hasta el final de la misma manera. O dar más. Pasó el partido ante los entrerrianos y cargamos una piedra más en la mochila. Está más pesada. Eso significa que tenemos que defender esa diferencia, a muerte. Con seriedad y trabajo.

–¿Cómo se aplica el concepto de humildad al que te has referido en varias oportunidades?
–Cuando yo digo humildad, es la de saber lo que hicimos mal para corregirlo. En la victoria siempre hay errores por corregir. No es una frase hecha. Y lo hablo con conocimiento de causa porque estuve en otros equipos. La clave es ésa. Seguir de la misma manera. A veces, el resultado llega; otras, no.

–Los goles del 3-0 son explicativos. Hubo mucha precisión, la que pedía Kudelka...
–Dentro de todo lo bueno que está pasando, Kudelka siempre busca llegar a la perfección. Siempre se trabaja para errar lo menos posible. Y cuando, en zona de definición, los chicos están lúcidos o finos para dar el pase o para convertir, es mucha la diferencia. Al estar cerca del arco hay una alta probabilidad de que sea gol o hay un peligro manifiesto. Y mentalmente vas venciendo a los rivales. Kudelka es espectacular y muy competente, en ese aspecto. Por eso nos exige la perfección. Es lo mejor que tiene el DT y que le puede pasar a este grupo, que siempre busca un poco más. La idea de tratar de mejorar en todos los aspectos. Tenemos jugadores importantes en ofensiva y que cuando están finos, aunque el terreno esté como esté, te ponen dos o tres pelotas de gol y se convierte, brilla el trabajo de todos.