Memoria. Iván el Terrible lo grita con el alma. De fondo, lo sufren los albirrojos. Fue la noche del 2 a 0 en el último triunfo de la T.

Un año y 14 goles. El recorrido de Iván Borghello hacia el corazón del hincha, hacia la condición de ídolo. Fue el tiempo en el que defendió la albiazul (temporada 2007-’08) y la cantidad de goles convertidos. Claro que tres de esos tantos sirvieron para ganar clásicos inolvidables: el de la victoria sobre Belgrano con sólo público Celeste en el Kempes, y los dos en el 2-0 ante Instituto hace casi siete años, en el último triunfo oficial de la T.

“¡Cuánto pasó! Sabía que después Talleres ganó en varios torneos de verano, pero no recordaba que ese era el último. Con más razón, hay que ganarlo ahora porque el triunfo se necesita como el agua”, definió el Memo entre la nostalgia y las urgencias actuales del albiazul.

–¿Son de los partidos que te marcan en tu carrera?
–Me ayudó mucho, sirvió para jugar más suelto. La gente me empezó a reconocer. Iban poquitas fechas del torneo, casi que no me tenías visto, y ya corearon mi nombre. La hinchada siempre fue generosa conmigo, no se si lo merezco. Y también, ese día me empecé a hacer hincha de Talleres.

–Y nació la idolatría...
–Ja ja, puede ser. Siento el cariño de la gente y soy un agradecido. La hinchada de Talleres tiene mucho sentimiento.

–Se te pegaron los colores...
–Sí, lo sigo por la tele, por Internet, por amigos que dejé como el doctor Julio Ferreyra y el kinesiólogo Pablo Renzi. Y cuando puedo, voy a la cancha. Se me hace difícil ir a Córdoba porque tengo las nenas chiquitas (cinco años la mayor; un año y tres meses la bebé). En este temporada, fui a la cancha de Ferro cuando empató 1 a 1. Me invitaron al festejo del Centenario del club y me habría encantado, pero recién me incorporaba a Gimnasia y no podía moverme de La Plata. Soy hincha de Newell’s y de Talleres, y se acentuó porque nunca lo enfrenté, nunca jugué contra Talleres. Sí frente a Newell’s y es horrible, porque el sentimiento va contra el profesionalismo de tener que defender otra camiseta.

–¿Cómo ganaron aquel clásico?
–Con mucha autoridad. Ellos tenían buen equipo pero no venían bien. Metí el primero en el primer tiempo y nos tranquilizó. En el segundo, (Diego) Pozo le hizo penal al Tanque (Cuevas) en una contra y lo ejecuté yo. Al final, en ese torneo no logramos armar el equipo, a pesar de contar con un plantel interesante. Y así como recordar esa noche es grato, perder en la segunda rueda en Alta Córdoba (3-1), me dio mucha bronca porque empezamos ganando y se tuvo que ir el técnico (Rubén Insúa). Tuve dos chances de gol, una me la devolvió el travesaño y la otra la sacó (Jorge) Carranza, en un cabezazo que lo agarró a contra pierna.

–¿Qué partido esperás para este sábado?
–Los clásicos son impensados. Me imagino uno abierto, con los dos yendo a buscar porque Instituto debe cuidar su posición en el ascenso y Talleres está obligado. Ojalá que ganemos, aunque sea medio a cero. Un triunfo sería el combustible emocional para lo que viene.

–La presión, por la situación y por la cancha llena, estará en contra de Talleres...
–Hay que soportar el envión inicial. Será un partido muy sicológico y el que sepa aprovechar su momento, sacará ventaja. Talleres no se puede descuidar.

–¿Y cómo puede desnivelar?
–Me gustan muchas cosas de Talleres. Los jugadores que tiene no son para estar en la posición en la que se encuentra en la tabla. Lo vi contra Defensa y Justicia y jugó un gran partido. Siento admiración por Nery Leyes por la entrega, porque se banca sólo el medio y porque además intenta jugar. Hacen un buen trabajo con Agustín Díaz en el doble cinco. Y me encanta el nueve, (Gonzalo) Klusener. Es increíble lo que contagia. Todos los delanteros son interesantes, (Juan) Sánchez Sotelo tiene gol, (Juan) Tevez empuja y los chicos del club (Álvarez y Pavón) acompañan bien.

–¿Cómo se vive un clásico a la distancia?
–Nosotros jugamos el domingo (por mañana), así que voy a estar atento. Lástima que no juega Elvio (Fredrich), un gran tipo al que conocí en All Boys. También tengo relación con Renzo Vera. Y acá en Gimnasia, nos llevamos bárbaro con el Pucho Barsottini. Obvio que hace fuerza por Instituto así que vamos a apostar y en eso es picante, pero ahora se anda escondiendo, je.