Mucha actitud. La "T" ganó un partido jugado con más corazón que fútbol. Por ahí va.

Había que festejar. Que las malas queden atrás. Que las puteadas para el equipo hayan sido un recuerdo feo y que el canto de aliento se escuche más fuerte. Pero para que pase todo eso, los hinchas querían verlo ganar a Talleres. Y al fin el hincha pudo disfrutar algo, a pesar de los dos jugadores menos (expulsión de Díaz y lesión de Nievas). Y ante un Sportivo Belgrano que le cascoteaba el rancho. Pero los jugadores devolvieron eso que se reclama: actitud, garra. O los huevos “bien puestos”. Fue 1-0, con gol de Sánchez Sotelo a los 28 de juego y resistiendo hasta el final. Por lo que costó, por lo que se habló durante la semana sobre la continuidad del técnico Arnaldo Sialle y por ser la primera alegría desde el regreso a la B Nacional. Por eso se justificaba semejante fiesta al final del juego. Desde el arranque, los nervios se comían las piernas de Talleres. Sportivo le manejaba el partido a su gusto pero sin lastimar. Toqueteo por acá, fulbito por allá. Y el local corría y no la podía recuperar. Y se desesperaban. Los de San Francisco eran superiores y, en la tribuna, los murmullos empezaban a bajar.

En la cancha, cuando tenían la suerte de sacársela al rival, la pelota quemaba y la poca precisión al administrarla desesperaba a Cacho Sialle que se retorcía ordenando. En el primer error visitante, vino un cachetazo que despertó a los albiazules. A los 16, primero se lo perdió Klusener que rompió el travesaño luego de encontrar una pelota en el área. En el rebote, Sánchez Sotelo empezó a gritar gol antes de tiempo porque Medina se la sacó en la línea. Esas dos jugadas hicieron click en la cabeza de todo Talleres en la siesta calurosa del Kempes que se notaba afuera y adentro.

El partido se emparejó. Los sanfrancisqueños no dominaban tan tranquilos y los cordobeses mejoraron. En la segunda jugada de peligro, estalló el estadio. A los 28, Klusener asistió a Sánchez Sotelo que sentenció, con un derechazo a Rigamonti. Fue el canto a la contundencia. Sin hacer mucho, la T se iba al descanso ganando 1-0.

Llegaron las respuestas. Con la ventaja, en el complemento, los de barrio Jardín trataron de asegurar el resultado. Pero, de contra, no pudo hilvanar ninguna jugada. Luego, llegaron las respuestas anímicas que se esperaban. A los 23, Díaz se iba expulsado. 10 minutos después, Nievas se sacó el hombro. Sialle había agotado los cambios y a la T no le quedó otra que resistir hasta el pitazo.

Con nueve, Sportivo se le vino encima. Con un gran Santillo, el uno albiazul y con un gran esfuerzo de los jugadores, Talleres resistió. Porque tuvo eso que tiene que tener todo equipo. Y porque puso en cancha lo que había que poner. Y por eso el merecido festejo.

El árbitro, Panchito. Nicolás Lamolina, hijo de Francisco, no tuvo problemas. Tuvo una tarde tranquila. Y manejó con criterio el partido.

Casi. A los 16, entre Klusener y Sánchez Sotelo pudieron abrir el marcador. Esa jugada despertó a Talleres que era dominado.

El gol, al revés. Se invirtieron los roles. Klusener asistió a Sánchez Sotelo que sentenció el partido con un zurdazo.