Con Sialle condicionado. La "T" cayó ayer en Misiones y el domingo va con Sportivo. El viernes, se cumplen 4 meses del “6M”.

El viernes que viene se cumplirán cuatro meses del ascenso y la fiesta para haber terminado el ciclo del Argentino A. El mal inicio en su regreso a la B Nacional (tres puntos de 15) más la eliminación de Copa Argentina en cuartos de final ante Estudiantes de Caseros hicieron que gran parte del Mundo Talleres pasara a orbitar en el paroxismo, en la desesperación y en la desesperanza.

Que apenas seis partidos (los cinco del arranque y el de la Copa) hayan podido con esos cuatro años de aprendizaje, en todo sentido, que representó para todos sus habitantes la permanencia en la tercera categoría.

El primer y sorpresivo apuro nació del entrenador Arnaldo Sialle. Quizá el más cerebral de todos. Bien parado en los extremos, calmo en la derrota y atento en la victoria, “Cacho” llegó rápidamente a la conclusión de que el 0-1 ante Almirante Brown ameritaba, sobre todo por la forma (no se plasmó nada de su plan y se perdió ante un rival previsible), ponerse un plazo que el definió como “partidos determinantes”.

Ese apuro fue público, el otro fue en la cancha. Apostó a una táctica sumamente agresiva que apostaba a la explosión de Klusener, Sánchez Sotelo, luego al tridente con Carabajal, el goleador y Barrionuevo y hasta con Salmerón. Pero para sostener a tridentes o tanques, necesitaba de un juego, de una estructura de recuperación que no encontró.

Brítez Ojeda fue la pieza clave y Leyes, el recuperador. Ambos fueron insuficientes, al tiempo que iban variando los interlocutores en esa línea. En el acto defensivo, comenzaron las exposiciones marcadas (defender en espacios amplios y en pelotas paradas) y también las variantes.

Los rivales liberaban espacios irrelevantes para los talentosos. Siempre recibían de espaldas al arco o muy lejos o contra la raya.

No pudo consolidar una formación y el pretendido protagonismo allanó el camino de los rivales. Llamó la atención de tal extremismo cuando lo mejor de la previa albiazul había sido lo inverso: defender en espacios reducidos y atacar en amplios. Así le fue bien con Newell’s, Belgrano y San Lorenzo.

Pasó una semana y poco cambió. Ya no fue tan agresivo, perdió igual ante Crucero, Sialle repitió que él era el primer responsable, que la derrota no lo cambia nada, pero que tampoco hubo respuestas “anímicas”. El DT fue autocrítico, pero ¿y los jugadores? Avendaño dijo que “Sialle era claro”. ¿Y entonces? Seguramente los cambios constantes de un partido a otro pueden inquietarlos o confundirlos.

Como el hecho de que sean tenidos en cuenta en un juego y luego pasen a tribuna o que se les pidan jugar en otros puestos o en funciones que no desempeñan hace bastante. ¿Pero se discutió eso con el DT? Porque el DT propuso y nadie le dijo que no. Al menos no trascendió.

Ahora, tras haber formado un plantel con dos o tres variantes por puesto, de “candidato” si se quiere, el Fondo de Inversión recibió la pelota de Sialle. ¿Cambiará el conductor o decidirá bancarlo de verdad hasta que él mismo o el plazo de su contrato lo determinen, para no caer en la mamarrachesca ratificación por partido? Como sea, el partido ante Sportivo Belgrano (se juega el domingo a las 14 en Kempes) puede significar un hito en esta campaña.