Tras el ascenso. Adrián Navarro el PF de la T, habló con Día a Día del ascenso de la T a la Primera B Nacional. Un hombre clave.

Hugo acaba de tener un ataque de llanto. Y Adrián levanta la cabeza y lo abraza. Hugo no para de llorar. Es la primera vez que se lo ve así. Hugo Navarro está en la popular sur con su hijo, Adrián. Y lagrimea de la emoción que jamás su hijo presenció en ese padre duro, de esos que no se conmovían fácilmente. Pero sólo el fútbol logra esos reveses.

Es la noche del 12 de diciembre de 1980. Es el Chateau Carreras en el que un puñado de hinchas de Rosario Central dan la vuelta olímpica frente a la tristeza del mejor Racing de Córdoba de todos los tiempos.

Adrián, ahora, quiso el destino que fuera uno de los bastiones del ascenso de Talleres a la B Nacional. El profe que vino con Arnaldo Sialle es el que le dio el soporte físico a un equipo que se construyó desde atrás y que el lunes pasado festejó el más deseado ascenso del último lustro.

“Me acordé de eso. De mi viejo llorando. Viendo cómo se conmovía con aquel campeonato. Recuerdo que yo tenía ocho años y nos vinimos a Córdoba con el Canalla. Y cuando en ese mismo estadio (ahora Mario Kempes) corría a abrazarme con Cacho (Sialle) y todos los muchachos, se me vino a la cabeza o al alma esa imagen, la que vivimos con mi papá aquella vez”, cuenta el profe a Día a Día.

Suena con nostalgia, el profe Adrián y reafirma lo que indica su tono de voz: El viejo se fue al cielo en el ‘93. “Es así la vida, yo creo en que hay algo, creo en las presencias, yo lo sentí conmigo”.

Fue una noche muy feliz para todos, después de una temporada terrible, durísima. Navarro mucho tuvo que ver con este plan pergeñado por Cacho. “Una vez clasificados incrementamos el ritmo de trabajo y decidimos una mini pretemporada. Yo dije que estábamos para cosas importantes, en el primer partido con Antoniana esa semana fue la más alta de competitiva. Teníamos un resto en los finales de los partidos que hacía una diferencia”, dice Navarro.

El profe está tirado en la cama, con sus hijos gemelos de seis años que lo vuelven loco y con el teléfono en la oreja. Va relatando sus sensaciones del ascenso albiazul. “El equipo estuvo a la altura y respondió en canchas pesadas y se les veía siempre una actitud superadora”, agrega.

“Tengo la sensación de que se fue de menor a mayor. Y los equipos dan muestras por ejemplo cuando jugamos contra Sportivo (por Copa Argentina) sin tiempo de entrenamiento, sólo con recuperación y a pesar de eso duplicamos las situaciones de gol respecto al rival”, expresa.

Navarro planifica el futuro y quiere cerrar esta etapa a una fecha del final (Talleres tiene libre este finde). “Ha sido algo maravilloso, la tarea cumplida que nos propusimos. Vamos a llegar al 18 y culminaremos algo que no vamos a olvidar. Este equipo sacó pecho en los momentos más hostiles y demostró estar a la altura de lo que pretendía. Es un gran premio para todos”, concluye.

Navarro piensa en el fin de semana, en el reparto de tareas domésticas de las próximas horas, relajado, jugando con sus chicos.

El técnico. “Nos consideramos mutuamente muy amigos, le tengo un profundo respeto, es un técnico tacticista que estudia todo. Un verdadero laburante”.

El equipo. “Este equipo sacó pecho en los momentos más hostiles y demostró estar a la altura de lo que pretendía. El grupo se merece lo conseguido”.

Así sigue la revalida


Este lunes, además de comenzar a definirse los clasificados a la siguiente instancia tras el ascenso de Talleres, están los equipos que vienen de la fase reválida. Serán los juegos de ida entre Libertad de Sunchales y Guaraní Antonio Franco de Posadas y Rivadavia de Lincoln ante Alvarado de Mar del Plata.

Guaraní y Alvarado definen de local. Los dos ganadores pasarán a al Cuarta Fase y llevarán los números 7º y 8º.

Estos dos equipos se sumarán a otros seis restantes de la Fase Final. Los que terminen en la posiciones 6º al 11º. Y se determinará en el próximo fin de semana cuando se cierre todo.