Hincha. En Recife, un cordobés armó un equipo de rugby que lleva el nombre y los colores de Talleres. Quiere establecer una filial albiazul.

César Pereyra fue uno de los miles argentinos que a fines de 2001 emigraron del país por culpa de la gravísima crisis económica.Pero, a diferencia de aquellos que partieron a España por la facilidad del idioma, él eligió Recife, una encantadora ciudad en el nordeste de Brasil.

Con unas pocas monedas y una mochila repleta de ilusiones, este cordobés, que por entonces tenía 28 años, subsistió dando clases de español a la orilla del mar.

Un buen día, antojado de alfajores, decidió fabricarlos y compartirlos con sus amigos brasileños. Tal fue el suceso del “invento argentino” que inmediatamente vio el negocio. Ahora, reparte sus horas entre su pyme, que además elabora empanadas, y algunas clases de español, que da por gusto.

Pero si de gustos se trata, está a punto de darse uno grande. Quiere establecer la primera filial de Talleres, el club de sus amores, en tierras brasileñas.

Pero hay una particularidad en su pasión por los colores albiazules. Desde hace algunos años, este robusto ex jugador de vóley, armó un equipo de rugby al que llamó Talleres Rugby Club.

“Yo nunca había jugado al rugby. Pero una tarde, caminando por la playa, me invitaron a un partido. Lo organizaba un argentino que jugó en Curupaytí con Mario Ledesma, el hooker de Los Pumas. Me prendí y desde ese momento no paré”, cuenta. “Los que se acercan al rugby en Brasil son los que vienen de deportes de contacto como yudo o taekwondo. Pero les cuesta ser constantes. Comienzan y al tiempo”, agrega.

El rugby está lejos de ser un deporte popular en la tierra de los pentacampeones del mundo (ver La mira), pero desde que se lo incluyó en los Juegos Olímpicos de Río 2016, en Brasil comenzaron a verlo desde otra perspectiva.

En Recife, de unos cuatro millones de habitantes, ya hay unos ocho equipos, que junto con un algunos más de las ciudades aledañas, participan regularmente del Torneo Pernambucano, el certamen organizado por el estado de Pernambuco.

“Son torneos de seven, donde el nivel cada vez es mejor. Nosotros vamos con nuestro equipo”, relata orgulloso, y muestra la camiseta de Talleres Rugby, azul y blanca, claro.

El conjunto albiazul cuenta con un inglés, un samoano, cuatro argentinos y el resto brasileños. Durante cada entrenamiento, César intenta transmitirles a sus compañeros lo que significa Talleres. “Imaginate que los equipos más conocidos son los cinco grandes de Argentina. Pero yo les cuento de la historia del club, de la cancha y esas cosas para que lo conozcan”, dice el segunda línea.

El Talleres Rugby Club terminó segundo en uno de los torneos que disputó. Cayó en la final ante Recife, uno de los primeros en formarse. “Queremos tener un equipo de 15 jugadores. Hicimos una alianza con Paulista, otro de los equipos que nos aporta jugadores”, dice. Pero Pereyra quiere rescatar los valores del rugby, que para él, son los del deporte amateur. “Jugué al vóley en Talleres hasta casi los 30 años y sé lo que es sacrificarte por amor a la camiseta. No es lo mismo que un deportista profesional”, dice, y da detalles de la filial: “Se llamará Lisandro Mautoni, en homenaje a un gran ‘profe’ de vóley que falleció en un accidente”.

El equipo de rugby es también una excusa para sentirse cerca de Córdoba, adonde César anhela regresar “en algún momento”. Por el momento su gran sueño es leer algún día este título en la web de La Voz: “Talleres, campeón en Brasil”.

La mira en 2016. El Talleres Rugby está inserto en un contexto de pleno crecimiento del rugby en Brasil.

Aunque su popularidad es baja (sobre todo en los estados del norte y nordeste), se espera un aumento para los próximos cuatro años.

Los Juegos de Río 2016 serán testigos del regreso del rugby a un evento olímpico, desde su exclusión después de París 1924. No fue casual la elección de la sede para su regreso. Los casi 200 millones de habitantes de Brasil fueron un elemento de seducción para el COI, que aceptó el pedido de la IRB.

Hoy, existen 24 equipos divididos en nueve federaciones. El rugby masculino no ha mostrado grandes avances (está 33° en el ranking mundial), pero en femenino es una de las potencias de la región. Este año, la IRB destinó tres millones de dólares para su crecimiento.