Primero hay que saber parir. Eorme, el Matador en Sunchales. El equipo de Sialle tuvo oficio, viveza y tranquilidad para quedarse con todo.

La madre no sentía nada. El padre, al borde del desmayo. La partera se acercó y lo levantó de los tobillos hacia arriba: “Miren, es un triunfo, es un triunfo de visitante”. Pero no hubo dolor, hubo felicidad, locura. Porque Talleres, vos que estabas tan condenado a parir resultados fuera de Córdoba, el de ayer fue otro cantar: fue un triunfazo sin dramas, con autoridad. Un 3-0 a Libertad en Sunchales. Y lejos de casa te diste una alegría bien merecida. Construida de a poco...

Es que el inicio del partido tuvo a Talleres proponiendo por afuera. Becica por la izquierda y Carabajal, por la derecha se erigieron en las claves. La T tuvo su primer cuarto con orden. Pero Libertad, fue encontrando su fórmula: subir a la espalda de Bazzi. Tal fue así que por momentos Correa y Lastra se las ingeniaron para meter centros peligrosísimos. Eso facilitó las cosas a Antonelli que se movió bien y a Marcos Quiroga, que se plantó para remates. Tres pelotas cruzadas sofocaron a Aguiar. La T tenía a Becica para abrir el ataque. Lastra lo tuvo a los 24 para el local y respondió Olivera para la T. El 9 tuvo una derecho al gol que le sacó Cejas en la línea.

Igual no tuvo profundidad el Matador, pero sí oportunismo. Lo resolvió con un desborde de Becica tras un lateral y un centro que conectó sobre los 40 para el 1-0 Marcos Carrasco. Aquel que Sialle había decidido colocar en lugar de Bottino desde el arranque. Libertad fue ingenuo en ataque y por eso se perdió luego el empate.

Lo liquidó. De entrada, en el complemento, pareció que Talleres se dio cuenta de la decisión que debía mostrar para bajar la persiana. Después de aguantar al rival y de sostener la resistencia de la ventaja, Aguiar tapó un mano a mano tremendo a Lastra que remató abajo y el 1 de la T desvió al córner.

Tras ello, cuando el Matador trataba de acomodarse para salir, fue Bazzi el que mandó un pelotazo largo. Carabajal capitalizó el ataque entre dos rivales y ante la salida del arquero metió un “tac” de ensueño. El 2-0 era un hecho a los 7 del segundo tiempo, una locura para los 1400 hinchas que respiraban su felicidad. Lo peor para el local era que Aguiar a esa altura era “octopus”. Un villano de turno para que la telaraña de Libertad no pudiera de ninguna manera encerrar a la T. Dos pelotas seguidas abajo, a un palo y al otro, hicieron que el 1 sacara carné de figura y renovar su grandeza en la tarde.

Cacho Sialle mandó a Bottino para suplantar a Álvarez y con eso aseguró la retención del balón en el medio, además de piernas frescas. Sobre los 32 fue Carabajal, otra vez, el que armó un jugadón al lado del arco y cedió a Olivera para que empuje al 3-0. Era un triunfo madre, de esos que hacen disfrutar después de haber parido tanto tiempo por una alegría fuera de Córdoba.