Talleres cayó vapuleado 3-0 en Río Cuarto ante Estudiantes y la preocupación se instala en barrio Jardín con relación a su campaña de visitante. Sigue líder, pero eso no calma los ánimos agitados.

RIO CUARTO – Especial.- Un nuevo tropiezo de Talleres en calidad de visitante derivó otra vez las polémicas, las especulaciones, y sobre todo, trajo un manto de preocupación en barrio Jardín. Estudiantes de Río Cuarto le propinó al albiazul una categórica goleada por 3-0, sin atenuantes, y quedó el ambiente convulsionado, tras concretarse la sexta derrota en terreno ajeno de los conducidos por Héctor Arzubialde.

Esta vez, la contundencia no estuvo de su mano y sí en la del conjunto riocuartense: a los 17’ Guillermo Tambussi capitalizó una serie de dos rebotes y puso el 1-0. Primero fue un tiro libre de Nicolás Rodríguez que pegó en el travesaño, con posterior recobre de Nicolás Gatto (en dudosa posición) que también golpeó el horizontal, para que en tercera instancia, Tambussi le anotara el tercer gol al albiazul en la temporada (los dos anteriores fue por la 10ª fecha). En ese lapso apareció el protagonismo del árbitro Carlos Córdoba, centro de todas las críticas por parte de la gente de Talleres: es que primero ignoró un penal de Juan Palandri sobre Claudio Riaño, y en la jugada siguiente, se mandó una de película: Miguel Monay le tocó el balón de atrás a Gatto en un mano a mano, y el juez interpretó que hubo pase atrás, cuando el arquero Federico Crivelli la tomó con las manos. Y Gatto no perdonó, tiro libre dentro del área que envolvió la red. Iban 31 minutos, con el resultado 2-0, sin estar a tono con las acciones en cancha.

Tras el descanso, Talleres creció más por temperamento que por circuito de juego. Arzubialde, conociendo que los tiempos apremian, mandó a la cancha al delantero Adrián Aranda, en lugar de Ignacio Anívole para atacar con tres puntos, y adelantar a Guillermo Cosaro a la línea de volantes. El esquema quedó con un 3-3-1-3, pero no obtuvo réditos. Simplemente porque los atacantes en muchas ocasiones estuvieron superpuestos en sus funciones. Y el juego siguió ausente. Sobre el final, Felipe Mugnaini hizo una jugada apoteótica para el 3-0, con sutil definición por encima del arquero. Después el árbitro anuló increíblemente el cuarto para el local, en contra de Walter Ribonetto, por una inexistente posición adelantada.

Igual, eso no detuvo el incendio. Hubo invasión de cancha de un hincha albiazul, reclamos airados, y nada podía calmar los ánimos. Otra vez, los fantasmas sobrevuelan en barrio Jardín, que sigue puntero, pero la alarma no deja de sonar y las derrotas de esta naturaleza dejan tela por cortar. Viene una semana movidita...