Anoche hubo distinciones a reconocidos jugadores, dirigentes y allegados al club.

Al final todo le salió redondito. Porque la fiesta de reinauguración de la Boutique no podía ser completa sin un resultado que la acompañe.

Esta vez, Talleres vivió una de esas jornadas que invitan a la ilusión y a soñar con que es posible una reconciliación con la historia.

Para empezar, podría decirse que recuperó su “casa” después de 16 meses –no jugaba en barrio Jardín desde el 20 de septiembre de 2009–, que el equipo se asoció con un festejado triunfo de 2-0 sobre Deportivo Maipú y que sobre su césped volvieron a desfilar viejas glorias que, a fuerza del retroceso futbolístico de los últimos años, “cada día juegan mejor”.

La Boutique lució más coqueta que nunca, a pesar de que en octubre se convertirá en octogenaria. No es la más grande, tampoco la más bonita, mucho menos la más cómoda. Pero para el hincha albiazul es un templo, el escenario indiscutido en el que Talleres sacó chapa de grandeza.

La historia jugó ayer su partido, como para contagiar a esta nueva generación de sufridos hinchas albiazules a soñar con recuperar la memoria. ¿Cómo explicar si no la ovación que se llevaron, por ejemplo, “el Hacha” Ludueña, Daniel Willington, “el Tata” Sánchez, “la Chancha” Cortez, “la Wanora” Romero y Luis Galván, entre un público que, en su gran mayoría, jamás los vio actuar?

El tobogán al que se subió Talleres en 2004 revaloriza todavía más el legado de aquellas jornadas inolvidables en La Boutique. Pero ayer, desempolvando recuerdos, la “T” dejó en claro que quiere reivindicarse con su pasado.