Talleres cayó 1-0 ante Sportivo Belgrano y la sensación de inestabilidad ronda barrio Jardìn. Mostró pocos recursos y pagó en una pelota parada. Fue la segunda derrota consecutiva, pero igual es líder.

Talleres volvió a caer ante Sportivo Belgrano. Por segunda vez en la temporada. El elenco albiazul perdió 1 a 0 y sumó la segunda derrota al hilo. Pese a que su lugar de privilegio en la tabla no corre peligro, la inestabilidad y la escasa reacción ante el golpe recibido dejaron evidencias de un retroceso en su convicción de juego, su arma más poderosa en la campaña.

Más allá que ninguno de los dos equipos nunca lo confesaría, la realidad, de acuerdo a los esquemas que plantaron en cancha, y con lo estudioso que fueron sus técnicos en la parte previa, Sportivo Belgrano y Talleres no iban a quedarse disconformes con el empate. Un punto por banda era negocio para ambos. Por eso, sorprendió el dibujo del DT del verde, Daniel Primo, con un 4-1-4-1, conservador, aunque en los primeros minutos, amenazó con más. Por su parte, Héctor Arzubialde apostó a contener las subidas de los carrileros de su rival, y logró anularlo.

El local por momentos arremetió, tuvo la profundidad necesaria para herir a los albiazules, con más ímpetu que fútbol. Incluso tuvo la más clara a los 20 minutos, cuando Juan Pablo Francia ejecutó un preciso tiro libre que se estrelló en el travesaño. Pero paulatinamente, Sportivo comenzó a retroceder en el terreno, dejando crecer al visitante. Fabio Pieters dominaba el balón, y de a poco, empezó a lograr profundidad, aunque nunca tuvo la claridad suficiente para llegar a la red.

En el complemento, Arzubialde apostó a la línea de tres, con Guillermo Cosaro adelantado junto a los volantes, con Ignacio Anívole de enlace. Poco le duró, porque Cosaro fue expulsado, obligando a rearmar otra vez el sistema. Y llegaron las complicaciones. Primero cuando el árbitro Flavio Márquez, a los 30`, cobró un dudoso penal de Walter Ribonetto sobre Juan Aróstegui. La víctima quiso hacer justicia por mano propia, pero Federico Crivelli le contuvo el remate, de la misma forma que en la segunda fecha, en la misma cancha. Y al igual que en aquella ocasión, se repitió el resultado, porque en la jugada siguiente, con una pelota parada, tras un centro de Ezequiel Barrionuevo, Emiliano Capella conectó de cabeza el balón para mandarlo al ángulo.

Con un hombre menos, a Talleres se le hizo todo cuesta arriba. Sus intentos morían en nimiedades. Y de no ser por Crivelli, la diferencia hubiera sido superior. Sobre el final, Juan Pablo Rezzónico casi logra la heroica, con un cabezazo en el travesaño, y quedaron muchas dudas de un supuesto penal sobre Damián Solferino cuando el partido expiraba, con invasión de campo de Arzubialde en los reclamos, y posterior expulsión.

Pese a tener el liderazgo, Talleres no llega en paz al cierre del año, sino preocupaciones. Y dentro del mundo albiazul, donde cada traspié duele como un balazo, no es un detalle menor, porque los fantasmas de la inseguridad deambulando, constante y permanentemente.