Adrián Aranda le hizo el aguante a Claudio Riaño que le sacó el puesto. El Bati lo aconsejó y lo alentó. Por eso fue un “Día Tallerista”.

En términos políticos, Talleres parece el peronismo del fútbol de Córdoba. Claro, el movimiento en los ‘70 aún mantenía esas raíces enérgicas de pelear por una idea, por sostener con firmeza aún la imagen de un líder que, tras su partida, decantó en la degradación de lo que sería el justicialismo.

Pasó a ser un movimiento mememista; luego, por estos tiempos, kirchnerista. Talleres también fue eso. En la década del ‘70 fue la imagen más poderosa que tuvo el fútbol cordobés, aquel que con el romanticismo por el balón hizo una bandera a defender, pero que después de los ‘80 y más aún en los ‘90 pasó a ser la nostalgia de aquellos buenos tiempos. Y en su mezcla política aún también en la T están esos que dan vueltas en derredor del movimiento, de los colores o los que siempre están volviendo.

Los jugadores, actores poco adeptos a la política de cualquier tipo (partidista o institucional) deciden honrar a su gente, los fieles seguidores, una camiseta (que puede ir cambiando de colores a lo largo de sus carreras) pero que a la hora de vestir la azul y blanca, se sabe que es cosa seria por más que varios se la hayan tomado a la chacota (por algo hoy está en el averno del Argentino A).

Y ayer, en ese día peronista, el 17 de octubre tuvo a actores leales a una idea de equipo, gestada como siempre en ese mismísimo vestuario que el entrenador Héctor Arzubialde se encarga de machacar: primero, segundo, tercero... el grupo.

Adrián Aranda, de los jugadores más regulares del equipo, aquel que cumplió tres fechas de suspensión, debía volver a la titularidad en el 11. Sin embargo se topó con el intratable momento de Claudio Riaño, acaso la gran figura del Talleres de este tramo del torneo. Genio gestor en la gran victoria sobre Racing de Nueva Italia y de incidencias notables en los últimos tres juegos del Matador. Por ello, el técnico decidió mantenerlo como titular. Y Aranda, tan leal a esa idea, acompañó con aliento al gringuito de barrio Las Palmas.

“Yo no dudaba de Adrián. Hablé y fui claro con él, cómo es la situación en este momento. En ese sentido soy claro con todos y le agradezco a Adrián la muy buena predisposición que ha tenido y habla muy bien de él como persona. Seguramente que será muy importante para nosotros y en otro momento Claudio tendrá que apoyarlo a él”, le dijo el entrenador Héctor Arzubialde a Día a Día.

Yo T banco. El Bati lo habló mucho en el vestuario ayer. Y el pibe sólo se limitó a escucharlo con atención. El experimentado atacante transmitió la confianza y la tranquilidad al chico para que salga a la cancha y la rompa. Y eso indica claramente de qué está pasando puertas adentro. “Tengo muy buena relación con él y con cada uno de los muchachos del plantel. Creo que eso es lo más importante que tiene el equipo. En este momento le toca estar a él y la verdad lo ha hecho muy bien. Siempre es importante ser positivos y apoyar cuando uno está afuera porque eso hace crecer al grupo”, le dijo el Bati a este medio.

Con notable humildad, Aranda alzó la bandera solidaria, honesta, sincera y de absoluta sencillez. “Me pone muy contento que Claudio (Riaño) tenga este presente. Talleres tiene cuatro delanteros que pueden ser titulares cualquiera de los cuatro y agregó: “No le di ningún consejo personal, sólo lo hablé para brindarle apoyo. Realmente me identifico con su forma de jugar. Mete una lucha bárbara y un sacrificio que contagia y creo que somos dos delanteros muy parecidos”.

A su turno, Riaño dio claras señales de quién es. Se sabe un chico agradecido, por eso corrió al banco de suplentes a festejar su gol con el mismísimo Aranda.

“Con el Bati nos llevamos muy bien. Él me había hablado fuera de la cancha, me dijo que estaba seguro de que iba a hacer un gran partido y se lo agradezco. Me dijo que haga las cosas tranquilo como hasta ahora. Me dio mucho apoyo y eso es lo importante”, contó Riaño.

Y lo que importa claramente es esto del movimiento, de las ideas internas, de creer que en el vestuario se construyen las más grandes gestas deportivas, allí donde se forman los líderes que hablan en la cancha. Allí donde se moldean los chicos que aprenden a escuchar. Lo de ayer fue esa muestra envidiable de cómo se construyen grandes sociedades a futuro. La del Bati con el Gringo Riaño, parece ser el sostenimiento de una convicción de lo que se pretende hacia el objetivo final.

Por eso, ayer, en otro 17 de octubre, soleado, con un cielo diáfano, Talleres se alzó con un triunfazo, por la tranquilidad que tuvo Riaño para jugar, con la humildad que tuvo Aranda que en vez de quedarse sentado, se levantó a dar apoyo.No hay otra muestra más cabal de que más que nunca, en este Talleres hubo un día de la lealtad que terminó con un gran festejo.