Talleres tenía todo para golear. A los 11 minutos ya ganaba 2 a 0, con goles de Aballay y Aranda, pero se durmió y Central Córdoba lo empató en el final. El equipo albiazul ya piensa en el pentagonal final.

Domingo de Pascuas cerrando la larga semana de feriados, que incluyó el 28º aniversario del inicio de la Guerra de Malvinas. Un día para dedicarle al ocio. Y Talleres se lo tomó en el segundo tiempo, porque después de un inicio con brillo, se relajó hasta casi la inactividad, permitiendo a Central Córdoba de Santiago del Estero empatar 2-2. Fue una muestra de que los albiazules tienen la mente puesta en el pentagonal final, tras sellar su clasificación la fecha pasada, aunque fue un llamado de atención para que no vuelva a ocurrir.

Si el fútbol fuera como el boxeo, Talleres no hubiera sufrido ningún sobresalto para quedarse con los tres puntos en juego. A los 4 minutos, Juan Aballay había adelantado al elenco de barrio Jardín, con un cabezazo en el primer palo, y a los 11# Adrián Aranda le asestó otro golpe a su rival, con la contundencia que lo caracteriza. Aballay lo puso “groggy”, el “Bati” parecía decretar el nocaut, dando la sensación de que al partido le sobraban 80 minutos, como ocurrió el fin de semana anterior ante Ben Hur.

Talleres mostrando lo mejor de su repertorio. Miguel Monay y Sebastián Navarro se repartieron el mediocampo, Ramiro Pereyra otra vez manejaba los hilos, y las subidas de Julio Buffarini y Mateo Martinelli eran peligro permanente. La diferencia es que en el boxeo. la pelea puede suspenderse hasta por abandono, no es necesario disputar los rounds previstos. En el fútbol, los 90 minutos son reglamentarios. Con la diferencia en las tarjetas, los dirigidos por Andrés Rebottaro se dedicaron a especular, sin saber que inconscientemente le perdonaron la vida a los santiagueños. El visitante no tiró la toalla, y tuvo su consuelo.

En el complemento, Talleres se relajó de más, y durmió la siesta. Central Córdoba tomó aire, jugado al todo por el todo, y logró recuperarse. Le copó la cancha al local, y Carlos Salvatierra apareció por duplicado (el segundo gol en el descuento) para sentenciar la paridad final. El equipo albiazul no despegó la cara de la almohada, dejó todo en manos del oponente, priorizando el cuidado del arco antes que la búsqueda del cierre del cotejo. Lo pagó.

El empate duele porque en los primeros 45 minutos mostró el desempeño ideal, aunque los desajustes defensivos y las desatenciones llevan una señal de alerta, de cara al pentagonal final. Ahí empieza el verdadero campeonato para Talleres, por lo que debe evitar el relax del segundo tiempo de ayer para no sufrir mayores consecuencias, en un torneo donde no se perdonan las equivocaciones. En Pascuas, la Resurrección fue para la visita, mientras el Albiazul descansó antes de que sirvieran el postre.