La T cumplió con un triunfazo y la gente demostró que es de primera. Aún falta mucho. El Matador tuvo una tarde magnífica en las tribunas y los hinchas gozaron por la tremenda goleada.

Son 20 mil almas. Una cosa de locos. Humo azul y blanco. Uy, qué locura. Flamean las banderas, radiantes, blancas, azules que van y vienen. Sale Talleres. Explotan. Qué delirio. Sale Bo..., no sale Riv... no, el otro que sale al campo de juego es Ben Hur.

»Punto 1: Talleres tiene una hinchada de primera. No hay vueltas que darle. Y no es demagogia. Las evidencias: 20 mil almas braman en un Chateau que, si no existiera, en cualquier cancha cordobesa ayer hubiese quedado gente afuera.

»Punto 2: Talleres tiene un equipo “de tercera”. Las evidencias: Talleres juega en el Argentino A.

Y no es “corta-mambo” como dicen los pibes en la calle. Es la realidad. Es lo que se está jugando.

¿Entonces? José Luis Félix Chilavert, pensador contemporáneo del deporte más hermoso del mundo, múltiple campeón con el mejor Vélez de todos los tiempos lo sintetiza en una frase: “Tú no has ganado nada”. Con esas palabras el 1 paraguayo contrarrestaba la euforia o las “medallas” de los que salían a enfrentarlo en las discusiones.

Y esto es así, Talleres no ha ganado nada. Está en la transición de su obligación histórica: irse de esta categoría. Es decir, dejar de ser de tercera y subir como sea a la B Nacional. Más aún, todos quieren exactamente lo mismo, que ni siquiera es estacionarse en la segunda categoría sino que subir a la elite, allí, frase trillada incluida: “De donde nunca debió irse”.

Por todo lo expuesto, no es un baño de mala onda lo que aquí se expresa. Todo lo contrario. Es el enésimo alerta para abrir los ojos. Sabios como pocos, Tito Rebottaro simplifica el “paso a paso” en un “falta muuuuuucho todavía”. Y es la cruda verdad. Talleres tenía que certificar sus pergaminos con una goleada lapidaria. Es que recibió a un equipo mancillado por su cruel pasar institucional, casi condenado a descender al Argentino B y con un amague en el medio de su arribo, de “no viajar” a Córdoba por falta de presupuesto, por problemas de atrasos en los sueldos al plantel y encima con la mixtura en su equipo con algunos juveniles. Ése es el rival al que ayer se enfrentó Talleres.

¿Rival? no, no hubo oponente. Lo único que quedaba en todo esto era cumplir con un claro y contundente triunfo. Esa es la variable de su obligación: Talleres tiene que golear a los débiles y ganarle claramente, o bien, a los que están más cerca de su nivel. Es la urgencia ante la vergüenza deportiva, desencadenada tras patéticas conducciones en su manejo. Pero ese es otro tema. Ahora bien, si este Talleres aún no ha ganado nada, es justo decir que “puede tenerlo todo”.

De los equipos en el Torneo Clausura del Argentino A es de los más regulares y efectivos. En 13 partidos sólo perdió dos (3-2 de visitante ante Crucero del Norte en la 3ª fecha y 2-0 ante Central Córdoba también fuera de casa en la 6ª).

El equipo de barrio Jardín trae una racha de siete partidos consecutivos sin perder con cinco triunfos y dos empates. Anotó 15 goles y tan sólo le convirtieron cinco. En cuanto al nivel de juego, el equipo de Tito aún no es regular, pero se destacó por su respuesta física para sostenerse en los 90 minutos. En líneas generales ha cumplido con creces en esta parte del torneo y eso le da la gran oportunidad de buscar la fase final.

Mientras, el hincha que sí juega en Primera, dio otra muestra de fidelidad a los colores. Poco ya se le puede pedir a la gente que se bancó tanta malaria y que ayer llenó medio estadio. Por eso, porque el marco predispone un destino mucho más claro que sombrío, Talleres puede tenerlo todo. Claro, la conciencia de que nada se ha ganado aún, quizás sea una base de realismo y de entender que, al menos, hay un camino.