El clásico se jugó bajo un sol intenso y un brutal choque de barras académicos generó un atmósfera aun más agobiante.

A las inclemencias del tiempo, por estos días los impiadosos calores de enero, el fútbol nacional suma la inclemencia del fixture: fenómeno consistente en iniciar un torneo precisamente bajo los soles abrasadores de principios de año.

Bajo estas condiciones extremas ayer Talleres cosechó una nueva victoria, por 2 a 0, sobre Racing en el Argentino A. Pero mientras los albiazules cosechaban este éxito futbolístico en la cancha, en las tribunas académicas, popular y platea, se escribieron nuevas páginas vergonzantes para el fútbol nacional. Concretamente enfrentamientos entre barras bajo el autotrol y entre mujeres (esposas de jugadores académicos y simpatizantes femeninas de Racing), bajo la techada.

Estos choques, fundamentalmente los de la cabecera norte, no sólo conmovieron por las imágenes de violencia que generaron sino que poblaron el ambiente de rumores de tragedia. La versión de que un barra brutalmente golpeado a la vista de todo el estadio, se encontraba en grave estado o que directamente había pasado a engrosar la lista mortal de las canchas argentinas, generó rostros preocupados, nerviosismo generalizado y averiguaciones incesantes y frenéticas.

La tradicional espera periodística de los jugadores a la salida de los vestuarios, había trocado dramáticamente de lugar al sector donde convergían los jefes policiales del operativo. En el extremo norte de las zonas bajas del estadio los detenidos, por violencia y contravenciones, eran subidos a vehículos policiales para su traslado, pero con la presencia poco habitual de por lo menos tres mujeres que habían participado de las agresiones en la zona de plateas.

A pesar de que el sol estaba cayendo, el clima se tornaba cada vez más pesado. La brisa de alivio llegó finalmente cuando un jefe policial disipó el fantasma de la tragedia que hasta ese momento hacía vuelos rasantes sobre el estadio. El sujeto golpeado, que había sido sacado en peso del sector en el que había caído estaba siendo atendido en un hospital y en principio su estado no revestía gravedad.

Recién en ese momento la atmósfera se hizo más respirable en el Chateau. Hacía rato que los hinchas de Talleres se habían retirado festejando. En el estadio sólo quedaban las imágenes contrapuestas del fútbol jugado lealmente en la cancha y la violencia sin freno en las tribunas.