Jugó y goleó. Con goles de Díaz, Guillermo Cosaro y Damián Solferino, la “T” venció a Racing por 3-0.

Si Talleres pudiera ser la imagen de una esperanza, sus hinchas querrían que fuera la de ese Agustín Díaz lujoso colgando la pelota por sobre la cabeza del experimentado Rubén Del Olmo.

O bien la de Guillermo Cosaro, otro pibe victorioso (en el desafío de jugar de stopper un partido bravo) para anotar aquel 2 a 0 parcial que abrió la puerta a la goleada definitiva sobre Racing. O quizá la imagen de Ramiro Pereyra, socio perfecto del mencionado Díaz, de Damián Solferino –autor del tercer tanto, el de la tranquilidad– y de quien quiera tocar.

Y en tren de fijar ideales, ¿por qué no armar un cuadro más grande sumando a otros dos jugadores formados en el club como Juan Carlos Galarraga y Juan Aballay (ambos destacados). Para que entre todos hagan que este partido se recuerde en el mundo Talleres como un triunfo que dejó al equipo en segundo lugar y fue liderado por un grupo de pibes, en el Argentino A, una divisional desde la que el club plantea su renacimiento.

Fue apenas un Díaz de esperanza en medio de tanta malaria futbolera e institucional.

Mejor que Racing. Uno, dos, tres pibes; el juego, los goles y el triunfo. Las referencias de la goleada de Talleres a Racing de Nueva Italia se presentaron en ese orden de llegada, como las respuestas que el club albiazul necesitaba para tantas incógnitas que le habían planteado las derrotas ante Juventud Antoniana de Salta y Juventud Unida de San Luis.

En un momento clave del torneo, Talleres logró un triunfo clave, ante Racing, un rival directo a la hora de luchar por el pase a la siguiente ronda y que quedó lleno de interrogantes.

A una rueda, los papeles cambiaron. Mientras en la pasada Racing lograba su mejor actuación con aportes calificados, como de Mauro Velárdez, Talleres sólo festejaba que había empatado en el amanecer de un certamen desconocido para sus jugadores. Ayer, fue el equipo de Roberto Saporiti el que salió fortalecido, como ya se dijo, con una gran actuación de varios de sus pibes.

A lo que Racing, ahora con Alejandro Cánova en el banco por Carlos Ranalli, contrapuso un perfil timorato, nervioso y con el único atenuante de una mano en el área que el juez González dejó pasar cuando todo estaba 0-0. Paradójicamente, sus jugadores más experimentados fueron los que menos oficio mostraron. Por caso Hernán Fernández (error en el 0-1 y, luego, en la expulsión), Raúl Vangioni, Martín Martos, Mauricio Verón (ausente en el juego) y Rubén del Olmo, brillante al principio y al borde de "la roja", al final.

Algo que la gente de la Academia, en un alto de su duelo con la de Talleres (¿ya no quedan hinchadas amigas en el fútbol de Córdoba?), le hizo notar por caso al ex Belgrano, cuando se fue expulsado. Las producciones de ambos equipos caracterizaron la salida de los hinchas del Chateau. Quedó claro. Talleres vive Díaz de esperanza; Racing, de preocupación.