El jugador fue el héroe del primer triunfo de la T. Hizo el gol que desató al fin una alegría. El zaguero quiere hacer historia.

El día después no se termina. Se prolonga en la alegría. La noche anterior, después de una tarde de euforia, hay un llamado ocasional. Juan atiende y es la típica conversación de hijo y madre. “Me llamó mi vieja, porque no habían podido ver ni escuchar nada del partido. Ahí le conté que hice el gol de la victoria. La verdad es que estoy muy feliz por este presente en Talleres”, le comenta Juan Aballay a Día a Día.

El Negro fue héroe en el triunfo del sábado de la T sobre Estudiantes de Río Cuarto 1-0, en una jornada que hacía tambalear la estantería en barrio Jardín. El horno no estaba para bollos. Hubo pintadas días anteriores, la caótica situación institucional, los dimes y diretes, la continuidad del técnico y el Mundo Talleres, ese que parece extraído de la vida cotidiana de cualquier futbolero. Pasa en las películas, pasa en la T. No es impropio entender que esto es ni más ni menos que el estado más puro de un momento crítico. Es el año de las penurias deportivas, jugando en una tercera categoría.

“La verdad que es increíble que pase esto en Talleres. Nadie puede imaginar este presente, pero nos toca a nosotros correr con esta responsabilidad. No tenemos alternativa. Es esta los jugadores estamos solos. Tenemos que sacar esto adelante”, comenta con voz comprometida y reflexiva.

El cata. Aballay tiene 21 años, es catamarqueño criado en un barrio de clase media, tiene seis hermanos y sueños por concretar. Su pasado es con la pelota a cuestas. Recorrió clubes como Independiente, San Lorenzo de Alem o Villa Cubas. De allí pasó a Boca. Estuvo un año y, los últimos cuatro los hizo en Talleres. “En Boca fui compañero de Forlín, Gaitán, Banega y Federico Arce. Cuando lo vi llegar un día a la cancha no lo podía creer. Tenemos una muy buena relación con Fede”, recalcó el defensor.

La pelota partió de un córner y llamativamente Aballay la esperaba en al medialuna. Como jugador, técnicamente bien dotado, va a cabecear los tiros de esquina porque tiene muy buen salto. “Es un Passarella en potencia”, supo contar José Schaffer, hoy en las inferiores de la T. “Siempre voy a cabecear, subo a buscar los córners. Pero esta vez me quedé en la puerta del área porque presentía algo”, recordó.

Era el minuto 47 de un segundo tiempo negado para el gol. Tras el envío, el marcador central albiazul se quedó en la medialuna a esperar el rebote. “Justo me vino la pelota y le pegué con todo. Medio mordido fue, pero por suerte se metió contra el palo. Me fui corriendo a buscarlo a Juan Galarraga que me había dicho antes de que comience el partido de que iba a hacer un gol, ja”, recordó. Su momento personal no se condice con el momento del club. Talleres está en el Argentino, en la peor crisis de su historia deportiva, pero Aballay está en la vereda opuesta, creciendo y sumando mucha experiencia. “Estoy muy bien en el club estoy pasando por una muy buena etapa. Uno siempre apunta a progresar y Talleres es una buena vidriera. Tengo un contrato por tres años y en mi puesto han pasado muy buenos jugadores. Sé que hubo buenos centrales en la historia del club y ojalá algún día me toque lo mismo. Sueño con ser un caudillo del equipo. Pero tengo que trabajar mucho para eso”, finaliza.

Es la tarde del domingo, después de un sábado inolvidable. El mate hirviendo lo relaja, mientras le cuentan que en Catamarca salió en un diario que hizo un gol para Talleres. Juan ya piensa en el lunes, porque es demasiado extenso el camino que aún le falta andar.