En el debut, la “T” cayó ante Juventud Unida de San Luis por 2 a 1. Con los pibes y el marco, no le alcanzó.

Cristian Basualdo aplaudía a la gente. No había demagogia en el ayer capitán de Talleres sino una respuesta espontánea a los hinchas que no paraban de hacer sonar sus palmas, pese a que el equipo se iba al descanso 0-2 ante Juventud Unida Universitario de San Luis. Otro tanto pasó con Leandro Requena cuando fue ocupar su arco tras el descanso, sentido por un par de errores.

El grande y el chico, en dos imágenes que lo decían todo. El perdón de su gente fue el único aliciente que recibió el equipo de Roberto Saporiti. Al principio, en el desarrollo y cuando se consumó el 1-2 final del juego.

La creencia de que los pergaminos del grande venido a menos más el hecho de poner en cancha a 13 mil personas y gritar, y que los imponderables a favor y en contra ("En el Argentino A te podés equivocar más", se suele decir) podrían opacar una preparación complicada, la puesta en escena de un equipo con mucha cara de pibe que no tenían "ni un entrenamiento junto", según Saporiti, no alcanzaron.

"Hay que empezar otra vez... y lo pasado pisado...". Un cd de Celia Cruz también sonaba alentador por los altoparlantes.

Pero Juventud Unida Universitario, que no es precisamente el cuco de la Zona 3, no se conmovió. A los 24 minutos de juego ya le ganaba 2-0 por el solo hecho de facturarle errores propios en la pelota detenida.

Luego, lo maltrató, le pegó, le mostró cara de malo, algo que haría cualquier rival que se agranda ante un planteo timorato. Talleres se dejó intimidar por un rato largo, hasta que llegó el 1-2. Fue el tiempo de Agustín Díaz, de Moreira, de Cuello, de los pibes del club, ayer con pilcha alternativa (¿no va más la verde León?). No hubo "Salmerones", ni "Zermattenes" para hacerse cargo del equipo.

No alcanzó para empatar, pero la derrota dejó la primera lección: si concedés, el rival no perdona. Hay que aprender todo de nuevo. Grandes o chicos. El viaje a lo desconocido que es el Argentino A ya se mostró impiadoso. De Talleres depende que lo de ayer sea sólo un mal comienzo.