Grondona no se ata a ningún esquema y no se pone colorado a la hora de cambiar puestos y funciones.

La galera táctica de Humberto Grondona parece no tener fondo. Cuando se daba por hecho que ayer Talleres repetiría el esquema 4-4-1-1 que tan buenos resultados le había dado ante Atlético de Rafaela, el técnico albiazul sorprendió a todos en Florencio Varela con un esquema inicial bastante similar al que aplica en la Boutique de barrio Jardín, aunque con algunas llamativas variantes posicionales.

Salió con un 3-1-4-1-1. Federico Lussenhoff siguió como líbero, pero los dos stoppers fueron Guillermo Báez, por la derecha, y Edgardo Galíndez, sobre la izquierda. Gastón Stang jugó como “tapón” por delante de esa línea. Y por delante, se acomodaron Cristian Basualdo, Celso Esquivel, Cristian Zermattén (como “doble cinco” con obligaciones creativas) y Matías Quiroga, subiendo por la izquierda. Lucas Wilchez fue el enganche y Luis Salmerón, el único delantero neto, aguantando el juego de espaldas al arco defendido por Guillermo Hernando para la llegada de los volantes vacíos.

Cambió a un 3-4-1-2. Aquel dibujo inicial le sirvió en el primer tiempo. Con menor tenencia de la pelota, Talleres tuvo varias llegadas claras, aprovechando la escasa presión que Defensa y Justicia ejerció en la zona media. Pero debió ser mutado en el segundo período. Cuando quedó en desventaja, salió Basualdo y entró Sebastián Cobelli para acompañar a Salmerón y los albiazules se pararon con un 3-4-1-2 que volvió a cambiar en el último cuarto de hora, cuando los locales volvieron a adelantarse en el marcador.

Al final, 3-1-3-1-2. En los 15 minutos finales, Grondona sacó a uno de los stoppers, Galíndez, y puso a Brian Robert como media punta. Pero además, movió todo el tablero. Esquivel fue el stopper por la derecha, Báez se cruzó a la izquierda, Buffarini (que había ingresado por Quiroga), Zermatten y Wilchez compusieron la media cancha, y arriba, Robert, viniendo desde atrás, se sumó a Cobelli y Salmerón. Con este 3-1-3-1-2, Talleres alcanzó el angustioso 2 a 2.

Grondona volvió a dar prueba de que no se ata a ningún esquema y que, como Carlos Bilardo o Diego Simeone, no se pone colorado para cambiar a sus jugadores de puesto y funciones tantas veces como haga falta. ¿Flexibilidad extrema o desorientación manifiesta? Como tantas otras veces, los resultados darán el veredicto.