Cuevas y Borghello, fuentes de esperanza
Hugo García /
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Más allá de las miserias futbolísticas de Talleres y de esas siestas interminables que agrandan a rivales de poco fuste (Ferro o Unión, un par de casos), hay dos jugadores por los que la desilusión de hoy puede transformarse en esperanza. Se trata de sus goleadores Iván Borghello y Héctor Cuevas, quienes marcaron nueve y ocho tantos, respectivamente. A excepción de Chacarita (Cristian Milla y Víctor Figueroa también suman 17) no hay otros equipos de la B Nacional que dispongan de semejante poder de fuego.
Ahora bien, ¿Talleres hizo la diferencia con ellos? Y… la mayoría de los partidos indica que no. Tanto Salvador Capitano como Rubén Insúa consagraron la fórmula Cuevas por afuera, Borghello por adentro. Dos casos: gran partido de ambos ante Ben Hur y en el clásico. Cuevas, lanzado en velocidad buscando un pelotazo, y Borghello, detrás, por el tributo. Y lo que costó mecanizar un movimiento, que permitió la concreción de algunos goles, pero que muchas veces fracasó porque no había lanzadores.
Ahora bien, qué pasaría si en lugar de dejar desamparados a los goleadores, se les cambia esa cancha larga y se los rodea mejor. Cuevas y Borghello tienen capacidades suficientes para integrar un circuito de juego, donde el rol de definidor, puede ser alternativo. Ante Ferro, Quiroga fue un buen asistente para Borghello y la dupla Cabrera-Rimoldi asistió al “Tanque” dos veces, y una fue gol.
Los artilleros hicieron demasiado para tan poco abastecimiento. Y lo peor: en el área se los ve poco. Ahí tienen un mapa distinto. Cuevas gravita con su potencia, cabezazo o por los espacios que abre, y Borghello, con su habilidad y agilidad. El primer paso lo dieron los propios goleadores: empezaron a encontrarse más. No es frecuente que dos tipos sepan la ruta al gol al mismo tiempo y en el mismo equipo. Insúa tiene por delante el desafío de aprovecharlos y adecuar su plan de juego a las posibilidades que Cuevas y Borghello le ofrecen. ¿Podrá?