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Con el empate, Talleres quedó apenas dos puntos por arriba de la Zona Promoción, que hoy ocupa Ben Hur. Los albiazules no ganan desde hace cuatro partidos, ante Godoy Cruz.
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Pintaba para ser la figura. La expulsión frustró a Quiroga y puso en aprietos a la “T”, que igual reaccionó.

Daniel Potenza /
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Talleres jugó su mejor partido desde que llegó Insúa, y cuando expulsaron a Quiroga, redobló esfuerzos y lo disimuló bien. Por eso el empate en uno ante Ferro le dejó gusto a poco. Cuevas anotó el gol albiazul y fue la figura.

Con la mejor producción futbolística de la era Insúa, Talleres empató con Ferro 1 a 1, aunque en rigor de verdad mereció mucho más de lo que el desabrido punto final significó para los hinchas, especialmente para los jugadores después de un esfuerzo total.

Como pocas veces en lo que va del campeonato, desde el pitazo inicial Talleres se acomodó para ser el principal protagonista del juego. Lo intentó. Y con creces lo logró. Por que puso el partido durante una larga media hora en el territorio de un atribulado equipo del «Tata» Brown, que contrariamente a lo ocurrido en otros tantos encuentros del torneo en el Chateau, no pudo evitar la supremacía de los volantes albiazules. Y en este sentido, que los hombres de Insúa puestos en la zona del mediocampo logren hacerse fuertes allí, eso solo ya representó una mejoría para el elenco albiazul.

Bien Cabrera, parado en la mitad, con Rimoldi a su alrededor, activo Buffarini a su derecha y en este partido, muy bueno lo de Matías Quiroga, jugando como hace mucho no lo hacía, con predicamento en la zona izquierda. Con Talleres parado como dominador y con un Ferro imposibilitado de pasar la mitad de la cancha, el local generó tres o cuatro situaciones muy claras en los palos de Hernando.

Pero el castillo que Talleres había edificado con buen criterio, con buenas intenciones, con una buena cuota de fútbol y con mucha agresividad, se vino al suelo pasada la media hora cuando en el segundo intento verde cerca de Brasca, convirtió González a la salida de un tiro libre ejecutado por Salmerón, quien habilitó al autor del gol ante la inocencia de Galíndez y Torsiglieri, porque se quedaron mirando la rápida acción de los hombres de Ferro.

Antes de esa llegada, el propio González casi le volteó el arco a Brasca con un derechazo en el palo, pero a esa secuencia Talleres la empardó al minuto siguiente, con otro disparo de Cuevas, que también devolvió el parante de Hernando.

El impacto de Ferro le dio otra entidad a los 15 minutos finales, porque Talleres lo sintió y su capacidad de agresión ya no fue la misma, y porque Ferro se dio cuenta que después del agobio sufrido en los minutos iniciales, también podía.

Antes de que cayera el telón de Brazenas, los albiazules perderían a uno de los hombres con mayor incidencia, junto con Cuevas claro, a la hora de atacar. Es que Quiroga pagó un alto precio a su noviciado, sumando la segunda amarilla en una jugada en la que el priorizó que le cobren falta a sus chances de continuar con el balón, simulando un penal que el no fue y que obviamente, Brazenas no compró.

La incógnita era saber que Talleres se vería a partir de la inferioridad numérica. Quedaban 45 minutos y Talleres acumuló el mérito de seguir siendo el mismo. El hombre de menos nunca se notó, a pesar de que el segundo tiempo tuvo una dinámica distinta, en este caso por parte de los dos.

Talleres salió con la idea fija del empate que largamente merecía y la visita, respaldada en la confianza del 1 a 0 arriba y el hombre de más, se paró para activar el contragolpe sabiendo que los minutos iban a generar la desesperación albiazul. Por eso el complemento fue también un partido atractivo y antes del primer cuarto de hora Cuevas puso en la red verde la justicia que el juego, o su propia falta de puntería le habían negado durante toda la primera mitad. El goleador avanzó por izquierda, enganchó hacia adentro y con su mejor perfil sacó desde afuera del área un derechazo que descolocó a Hernando con un pique traicionero.

Allí comenzó el partido que la gente y Talleres estaban esperando. Con la confianza recuperada y disimulando gracias a la entrega de Buffarini, el esfuerzo de Cabrera y la experiencia de Maidana y todo lo que pone Cuevas, la inferioridad numérica, el local fue por más, aunque sin la continuidad del primer período. Claro está, que en este contexto, con Talleres lanzado, a pesar de su desorden, tratando de ganar, Ferro esta vez sí metió un par de contras con Monge, Salmerón y Kmet, que obligaron a Maidana a un esfuerzo extra y también pusieron a Brasca a trabajar con una mayor frecuencia.

En esta última parte, Hernando le sacó con una doble tapada fenomenal el gol a Borghello, y el arquero albiazul cubrió con su cuerpo un remate fortísimo de Tonetto, que había quedado solito de cara a la red. Además, dos córners que ejecutó de manera magistral Kmet, casi terminan en gol olímpico; uno lo despejó Maidana en la línea y en el otro Brasca alcanzó a manotear por arriba del travesaño.

Empate final, con gusto a poco para un Talleres que en el balance fue mejor que Ferro con 11, y con el mérito de haber seguido jugando de igual a igual con uno menos.

Puntazo para los de «Caballito», superados ampliamente en el primer tiempo y después nunca se dio cuenta por dónde le sobraba un jugador. Este punto albiazul permiten a Insúa y al plantel maquillar un poco todo lo que padeció ante Unión y la pálida imagen que trajo desde el sur.