Un par de días después de cumplirse un año del ascenso del Federal A a la B Nacional, Talleres sacó pecho en Liniers, le ganó a Vélez para lo que fue su tercer triunfo consecutivo y se acomodó en las tablas. Da la sensación de que hizo pie en Primera.

1. Encontró el gol

Hasta la fecha seis, Talleres sólo había convertido dos goles: uno a medias entre Sebastián Palacios con Agustín Orión en Avellaneda y el de tiro libre de Leonardo Gil en Mar del Plata. De San Juan hacia acá, anotó siete. Tres de Jonathan Menéndez, el Solis actual (en lo futbolístico, claro está).

El aporte de Palacios también fue más continuo y reapareció en escena Victorio Ramis, el goleador de la cantera, mientras espera su turno Gonzalo Klusener, el goleador histórico. Talleres se volvió vertical y profundo, rápido y resolutivo. Y eso que no juega con un “9”, porque el chileno Carlos Muñoz aún no mostró sus dotes en el área. Y a Matías Vuoso, la gran apuesta, todavía lo están esperando

2. Apareció el fútbol

En las primeras fechas Kudelka no ponía enganche, ni un volante decididamente creativo. Apeló a los tres “5”, liberando al Colorado Gil como salida. Y el equipo carecía de juego.

Hasta que puso a Emanuel Reynoso de titular. Y Bebelo le cambió la cara. Una pelota de gol contra Defensa y Justicia, una asistencia exquisita contra Vélez, y la estampa de un 10 del paladar del hincha albiazul. Su sociedad creativa con Menéndez es muy disfrutable para Talleres. Ese pase entre líneas acorta el camino al arco rival. Se ganó el puesto, aunque Daniel Ludueña, fichaje estelar, ya esté para jugar.

3. Reencontró al líder

Pablo Guiñazú vino a Talleres para ascender y cumplir un sueño personal, y se quedó para jugar con la T en Primera. Y lo hizo al filo del retiro para un jugador normal. Pero el Cholo, a los 37 años, rompe el molde y se ríe de los parámetros. Se corre todo, lleva el GPS en la cabeza y da todas la pelotas en redondas.

Mete como un pibe, juega como un experto y rinde como un crack. Lo secunda a la perfección el Colo Gil, quizá el refuerzo más rendidor de los que llegaron para este semestre. Lo del Cholo es descomunal, el alma del equipo y el equipo al hombro.

4. Cerró el arco propio

Aún en sus momentos más complicados, a Talleres no le convirtieron muchos goles. En realidad recibió sólo seis. El puntero Estudiantes concedió cuatro, y River (cuarto), nueve. Hubo descalabros, como ante Aldosivi, y aún así en general la defensa aguantó. Guido Herrera sigue sorprendiendo con su solvencia.

Un arquero que da respuestas de Primera, cuando hace apenas un año militaba en el Federal A. La zaga perdió un pilar como el Pelado Quintana, impasable en el mano a mano, pero entró Juan Cruz Komar y se acomodó, guiado por un capitán como Javier Gandolfi, que encaja a la perfección con lo que Andrés Fassi pretende para esa función. Los laterales no desentonan y de Ian Escobar se puede esperar más. Explicaciones para un arco en cero en las dos últimas fechas.

5. El valor del grupo

Rodrigo Burgos es de los preferidos de los hinchas, no le toca jugar y lo tiene que asimilar, aunque se nota que le cuesta. Porque así lo hace Mauricio Caranta, el arquero que llegó para ser figura y le toca hacer banco. Sin dejar de alentar y apoyar, como lo destacan todos.

Un líder positivo, como lo es el Cholo adentro. Como Ivo Cháves, un infaltable de los dos ascensos y del que no se escucha ni una queja, pese a no tener lugar. Y como Klusener. Capaz de fundirse en un abrazo de hincha con Ramis, un competidor en el puesto. Como lo era Eial Strahman en la B Nacional, otro delantero que entra con la camiseta puesta, aunque sea suplente.

6. Un técnico afianzado

“Me siento valorado, respetado y exigido cada día”. Lo dice un Kudelka al que le costó entrar en el gusto albiazul, y que se va instalando en los corazones a fuerza de una campaña soberbia. Dos ascensos en siete meses, campeón invicto en la B Nacional, apenas cuatro derrotas desde que asumió en enero de 2015, tres de ellas en Primera.

Y se suma otra por Copa Argentina. Muere con la suya, como esgrimió tras la derrota frente a Aldosivi (el punto más álgido). Pero si debe cambiar, cambia. Y no le tiembla el pulso con los nombres de renombre. Está en la búsqueda de su equipo, y después de Vélez sintió que se acercó bastante.

7. El respaldo al proyecto

Talleres perdió en Mar del Plata y tocó fondo. Y arreciaron las críticas. El que las absorbió fue Andrés Fassi. En su rol de presidente salió a poner la cara. Asumió la responsabilidad en el armado del plantel y en los refuerzos, sobre todo los de la polémica, caso Vuoso y su puesta a punto.

Y sobre todo le dio un espaldarazo a la gestión Kudelka. “No hablo de la continuidad del entrenador, hablo de un proceso, porque cuando un dirigente empieza a ratificar a un entrenador seguro que a la segunda o tercera fecha se va”, graficó. Y un par de días antes del primer triunfo en San Juan, vaticinó: “Los goles ya van a venir”. El tiempo le va dando la razón. Y Kudelka le devuelve la confianza.