Daniel Ludueña se dará un gusto familiar: jugar con la albiazul: “Quería venir ahora, no cuando no me pudiera mover”.

“Cuando iba a la cancha la gente me decía, ‘¿cuándo vas a volver?’ Y yo nunca había jugado en Talleres. Es mi primera vez, pero el apellido Ludueña está muy presente. Mi papá dejó la vara muy alta y mi compromiso es dar lo mejor para dejar el apellido en alto. Es una linda responsabilidad”.

La reflexión pertenece a Daniel Ludueña. Refuerzo de jerarquía y apellido ilustre en Talleres. Apellido y apodo. El Hachita. “Cuando llegué a México me preguntaban por qué me decían así. Les conté que era el apodo heredado de Luis, mi papá. Y me preguntaban si le decían Hacha porque pegaba mucho. Les respondía que nada que ver, ja. Que el apodo se lo pusieron de chico y ni él se acuerda por qué fue. Pero yo lo llevó con orgullo. Mi papá dejó de jugar hace 30 años y la gente lo para por la calle para sacarse fotos”.

–¿Ya te sentís parte de Talleres?
–Sí, cuando fue el festejo por el ascenso llevé al Kempes a mi esposa, a mis hijos. Tardamos como dos horas para llegar y quedaron sorprendidos por la pasión. En México iban a la cancha pero no veían algo así.

–En el fútbol mejicano fue tu mejor momento. Hasta se habló de que irías a la Selección...
–Me naturalicé mejicano pero no con ese fin. Era para no ocupar cupo y como agradecimiento a un país que me recibió con las puertas abiertas y en el que me sentí muy cómodo con mi familia. Mi hija más grande, Agostina, es cordobesa, pero los más chicos, Luna y Daniel, nacieron en México. Y quedaron encontrados con Talleres. Fueron con los primos a la cancha y a Daniel (7 años) lo voy a mandar a una escuelita de Talleres, de delantero.

–¿En que momento futbolístico venís?
–Estoy en un buen momento. Cumplí 34 años, hacía como 15 que nos los festejaba en Córdoba con mis padres y hermanos, y eso no tiene precio. Vengo con madurez, con experiencia. El reto era venir a Talleres ahora y no de acá a dos años, cuando no me pueda mover. Quiero aportar lo mío.

–¿El contrato con Fassi lo discutiste en cordobés o en mejicano?
–Ja ja. A pesar de tantos años no se me pegó el acento. Y a Andrés tampoco, y eso que lleva más año que yo en México.

–Cumplís el sueño del Hacha de verte con la albiazul...
–Sí, se emocionó cuando supo la noticia. Quería ver a sus hijos en Talleres y aunque sea un ratito, antes de que terminemos la carrera, en el San Lorenzo donde se inició. Me toca cumplirle un deseo y me hace feliz. Somos lo que somos gracias a mi papá.

Hasta aquí, Daniel Ludueña es el refuerzo de más nombre que contrató el Talleres de Primera. Todavía no pudo presentarse por una lesión muscular y para ponerse a tono en lo físico. Y ya le pinta la ansiedad. “Fui al clásico y se vivió de manera increíble. Por los puntos voy a estar. No me imagino lo que va a ser cuando me ponga la camiseta”.

–¿Para cuándo el debut?
–Vengo de dos semanas de un trabajo específico intenso. El sábado, en el amistoso contra Patronato, estoy para jugar unos minutos.

–¿De que vas a jugar? Kudelka no pone enganches...
–Siempre juegue igual, logre y como enganche. No creo que me ponga de cuatro, je. El esquema que propone el técnico es variable, lo importante es que hay muchos jugadores de buen pie con los que uno se puede entender rápido.

–Hay caras conocidas...
–Sí, a Gandolfi lo conozco desde las Inferiores de River, desde la pensión. Como a Cavenaghi y a Demichelis. En México eran de locales en una cancha de sintético y se tiraba a todas. Al Cholo Guiñazú también, de haber sido rivales. Grité su gol del ascenso y tres semanas después éramos compañeros. Por suerte sigue, así no soy el más veterano ja.

–¿Para qué está Talleres?
–Se armó un buen grupo. Debe afianzarse en Primera, donde se mete mucho y no te dan espacios para jugar. El respeto por el nombre, Talleres ya lo tiene.